Informe AOD

Cooperación autonómica: el riesgo de recortarla cuando más se necesita

Presentamos el Informe sobre Ayuda Oficial al Desarrollo autonómica, un análisis que ofrece una fotografía sobre el compromiso de las comunidades autónomas con la cooperación. El informe ha sido realizado por la Red de Coordinadoras Autonómicas de ONG de Desarrollo.


Con una media de 0,11% destinado a cooperación en 2019, el estudio muestra que los fondos se encuentran muy lejos del compromiso del 0,7%.


El proceso de la reforma del sistema de cooperación iniciado este año es una buena oportunidad para reforzar esta política pública esencial en un contexto de crisis.


Consulta el informe en este enlace

La fotografía que ofrece el Informe presenta más sombras que luces: la tendencia a la recuperación se mantiene desde 2015, aunque con mucha timidez. En algunos casos, el punto de partida es tan bajo que el cambio apenas se percibe en términos porcentuales. Con una media de 0,11% destinado a cooperación en 2019 y de 0,10% el año anterior, el estudio muestra que los fondos se encuentran muy lejos del compromiso del 0,7%. Esa recuperación, por tanto, es claramente insuficiente sobre todo en un momento en el que la crisis provocada por la pandemia exige respuestas firmes que frenen las desigualdades y la pobreza.

Por otra parte, al comparar el mejor porcentaje global histórico -que se produjo en 2008, con un promedio de 0,28%- observamos que la tímida tendencia de mejora no responde ni al crecimiento económico ni a las enormes necesidades del momento. Es necesario un mayor esfuerzo.

El apoyo que ofrecen las ONG es crucial en un momento en el que la crisis afecta directamente a poblaciones que ya sufrían situaciones extremas. No fortalecer la cooperación supondrá un impacto directo sobre las condiciones de vida de miles de personas.

Zoom sobre las comunidades autónomas

Por encima del 0,20%: Euskadi, Extremadura y Navarra.
Entre 0,10% y 0,19%: Andalucía, La Rioja, Asturias, Catalunya, Comunitat Valenciana, Illes Balears.
Por debajo de 0,09%: Cantabria, Aragón, Galicia, Castilla y León, Castilla-La Mancha, la Comunidad de Madrid, la Región de Murcia y Canarias.

Evolución AOD

¿Cuánto supone el presupuesto de cooperación por persona y año?

Más de 10 €. Euskadi, la Comunidad Foral de Navarra y Extremadura.
Entre 6 € y 1 €, donde se sitúan la mayoría de las CCAA con un promedio 3,93 € en 2019. Aquí se ubican La Rioja, Andalucía, el Principado de Asturias, Illes Balears, Catalunya, la Comunitat Valenciana, Cantabria, Aragón, Castilla y León, Galicia y Castilla-La Mancha.
Menos de 1 €. Comunidad de Madrid, Canarias y la Región de Murcia, con una media de 0,46 € en 2019.

Alertamos: los riesgos de no reforzar la cooperación

La tendencia a la nula o tímida recuperación nos hace dar la voz de alerta. Existe un riesgo de que, en el contexto actual, la política de cooperación pueda ser nuevamente utilizada como moneda de cambio y que, con la excusa del “primero los de aquí” se reduzca significativamente su presupuesto. Esto sería un gravísimo error, porque si algo ha demostrado la pandemia es que todo el mundo sale de esto o no sale nadie. Por otra parte, el análisis de los datos demuestra la necesidad de reforzar las capacidades del sistema para alcanzar mayores niveles de ejecución y eficacia.

La búsqueda de datos para este informe ha sido extremadamente compleja lo que demuestra la escasa transparencia y la nula homogeneidad en los mecanismos de medición.

La necesidad de un cambio de rumbo

En un contexto marcado por la complejidad de la crisis mundial y, coincidiendo con el proceso de reforma del sistema de cooperación, es un deber garantizar el refuerzo de esta política pública desde todos sus ámbitos de actuación (incluido el autonómico y local).

Por ello, demandamos, entre otras medidas:

  • Recuperación de los fondos y aprobación de un calendario de cumplimiento hacia el 0,7%, en coherencia con el apoyo ciudadano a esta política pública.
  • Compromisos concretos con el fortalecimiento de la educación para la ciudadanía global, una cuestión clave en un contexto en el que aumentan los discursos de odio.
  • Refuerzo de las capacidades. No podemos continuar con las capacidades de hace años.
  • Mejorar la transparencia. Es urgente crear mecanismos de transparencia sobre los fondos destinados a esta política pública.
  • Homogeneizar criterios para contabilizar la Ayuda Oficial al Desarrollo autonómica. No podemos analizar con detalle y con perspectiva si no contamos con los mismos datos o no se contabiliza de manera adecuada.
  • Flexibilizar la burocracia. Los procedimientos y requisitos han de revisarse para facilitar el trabajo de todos los actores implicados en la cooperación.

Video de presentación del Informe sobre Ayuda Oficial al Desarrollo Autonómica

 

“Vivimos tiempos de mujeres”: feministas fortalecen su agenda en tiempos de pandemia

Cuba: XV Encuentro Anual de la Red Feminista “Berta Cáceres”

Se necesitan nuevas acciones y formas organizativas para encarar al patriarcado. El machismo se ha reafirmado y las mujeres viven condiciones muy difíciles

A seguir construyendo redes de apoyo solidarias y reafirmar la lucha en principios y prácticas colectivas contra el patriarcado se pronunció el XV Encuentro Anual de la Red Feminista “Berta Cáceres”, realizado entre el 21 y 23 de octubre bajo el precepto: “vivimos tiempos de mujeres”.

La cita, que esta vez apeló a la modalidad virtual debido al distanciamiento físico que impone la pandemia del covid-19, permitió la activa participación desde diversos países de mujeres que integran la red, coordinada por el Grupo de Investigación “América Latina: Filosofía Social y Axiología” (Galfisa), del Instituto de Filosofía de Cuba.

A partir del análisis del actual contexto feminista y la “nueva normalidad” pospandémica, las participantes reconocieron la necesidad de desplegar acciones y nuevas formas organizativas contra el patriarcado.

“Para nadie es un secreto que, bajo la pandemia, las formas de opresión se han hecho más sofisticadas e invisibles”, sostuvo Georgina Alfonso, de Galfisa.

“La vida cotidiana de las mujeres se ha hecho mucho más difícil y el machismo ha reafirmado su naturaleza dominadora, usando entonces argumentos como la capacidad de abnegación, sacrificio y consagración para el cuidado que tenemos las mujeres”, agregó.

Además del predominio de la racionalidad económica patriarcal en busca de maximizar las ganancias invisibilizando el trabajo de cuidado y el aporte de las mujeres a la economía, Alfonso describió un panorama donde prevalecen la instauración del pánico, las desigualdades de tiempos y espacios, se incrementan las violencias contras ellas, el control de sus cuerpos y otras prácticas patriarcales que acentúan una subjetividad opresora.

“Hoy adquiere cada vez más fuerza la certeza de que los posicionamientos antipatriarcales son posicionamientos anticapitalistas”, sostuvo Alfonso y dijo que para Cuba significa también asumir un feminismo crítico, creador, transformador; superar la dinámica economicista que naturaliza el sentido común del capital y construir consenso en torno a un proyecto país más justo, solidario y cooperado.

Pandemia adentro

Los meses de confinamiento han develado desigualdades y acentuado el sistema de opresiones múltiples, con blanco en la vida y los derechos de las mujeres, reconocieron participantes en el encuentro virtual.

La pandemia esconde verdaderas crisis prexistentes, dominaciones y discriminaciones patriarcales, misóginas y racistas, mientras el confinamiento agudiza la violencia de género, acentúa la diversidad de roles de las mujeres y ha llevado a una desvalorización de los trabajos de cuidados, señalaron a partir de sus propias experiencias cotidianas.

“El teletrabajo destruye los bordes de la jornada de ocho horas y tira una manta invisible sobre los tiempos de la vida. En el debate se coloca el significado del cuidado bajo la bandera del sacrificio y así se oculta una amplia zona de cuidados que no son solo médicos”, reflexionó la cubana Llanisca Lugo, del Centro Memorial Martin Luther King Jr.

Con ella coincide Marbelis González Mesa, del Centro de Intercambio y Referencia- Iniciativa Comunitaria (CIERIC). “Caemos en la trampa de que debemos esforzarnos para cumplir con los múltiples roles de súper madres, súper hijas, súper esposas trabajadoras; hablamos de cuidado de la vida, pero pocas veces pensamos en el cuidado de la nuestra. Ha sido y sigue siendo una trampa el teletrabajo: tiene ventajas, indudablemente, ¿pero cuántas horas le dedicamos?”, señaló.

La cubana Mely González, coordinadora del Grupo de género y feminismo de la Universidad Central de Las Villas, significó el valor de las redes de apoyo para asumir dignamente el trabajo de cuidados, lo negativo de “romantizar” el confinamiento y llamó a dar seguimiento en “la nueva normalidad” a los riesgos del teletrabajo para las mujeres.

Es por ello que la peruana Walkiria Santa Cruz, militante de la colectiva feminista Resistencia Rabona, apuesta por “colectivizar los cuidados y volverlos responsabilidad de todos”.

En tanto, Lil Romero, guionista de televisión, aboga por “pensar otras medidas que nos protejan en estos tiempos y no solo de la Covid, sino también de la violencia, la sobrecarga, la discriminación laboral” y muchas otras injusticias.

Luchas y caminos

A juicio de Ana Bickel, del FMLN de El Salvador y la Red Mesoamaericana de Educación Popular, el incremento de las contradicciones y las opresiones también enseña caminos para transformar.

“Desde las comunidades que han logrado cuidarse ante las amenazas de la violencia, que han diversificado la producción y formas de cuidar y curarse, han logrado mejores resultados en el combate al virus, con las mujeres como protagonistas”, expuso como ejemplos.

Por otro lado, Bickel alertó acerca de que la lucha feminista por la equidad está siempre ante la trampa de que las mujeres aspiremos a transformarnos como sujetas personalizadas, creyendo que desligarnos de la colectividad nos libera. Una cosa es aprender a afirmarnos ante la colectividad; otra es creer que prescindimos de ella”, sostuvo.

Para la periodista cubana Lirians Gordillo, la reflexión para por pensar en cómo generar el cambio, no retroceder y avanzar en los derechos de las mujeres y cómo conectar todo esto con la vida cotidiana, práctica de la nación.

“Lo que se ha logrado ha sido también generando espacios colectivos y públicos, exigiendo el reconocimiento de nuestros derechos y, por tanto, la puesta en práctica de políticas que los garanticen”, argumentó.

En su opinión, se necesita combinar espacios de sensibilización, capacitación, transformación individual y colectiva con el empuje, el reclamo, la construcción de una agenda política en todos los órdenes: legal, económica, laboral, agraria y cultural, entre otros.

Entre otros avances, la red reconoció el crecimiento de los grupos en este camino, la incorporación de jóvenes, el desarrollo de investigaciones y su relación con el activismo, la creación de espacios de formación e intercambio, participación en campañas en defensa de todos los derechos, la visibilización de proyectos feministas, protocoles de prevención, tareas de acompañamiento, trabajo en comunidades, la incorporación de hombres a los colectivos y la reivindicación desde la historia del papel de mujeres negras.

Igualmente se identificaron desafíos, como construir alternativas colectivas contra el patriarcado y transformar prácticas; crear espacios colectivos de cuidados, crianza y educación; asumir la necesidad de una agenda política en todos los órdenes y mantener la lucha por los derechos de la mujer, junto a los esfuerzos por recuperar la economía.

Alertaron también sobre la amenaza que representa el avance de los fundamentalismos en el retroceso de los derechos de las mujeres, la emergencia de proyectos individualistas desligados de lo colectivo, la necesidad de reconocer el feminismo como dimensión del desarrollo, dar prioridad al escenario mediático en las luchas, abrirse al aprendizaje e interpelación de diversos feminismos y abrir más espacios de debate y articulación.

Durante el encuentro se presentaron y compartieron los libros El saber feminista, compilación de trabajos del Grupo de Estudios de género y feminismo del Centro de Estudios Comunitarios de la Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas y Los cuidados en la ruta hacia la equidad en Cuba, que reúne investigaciones de las académicas Georgina Alfonso González, Teresa Lara Junco, Magela Romero Almodóvar, Dayma Echevarría León y Clotilde Proveyer Cervantes.

La red se creó como la “Red Ética y Política del movimiento de mujeres” y su primer encuentro se realizó los días 18 y 19 de marzo de 2011 con el objetivo de crear la red y compartir los sentidos éticos y políticos comunes en la construcción de identidades y articulaciones desde el movimiento de mujeres en Cuba y sus vínculos con América Latina, desde la perspectiva feminista latinoamericana.

Luego, en 2016, adoptó el nombre actual de Red Feminista “Berta Cáceres”, al crearse el Espacio Feminista de igual nombre, que rinde homenaje a la líder popular hondureña y apuesta por la comunión de ideas “que convoquen a la acción contra la dominación, explotación, discriminación y violencia patriarcal”.

 

Sara Más Ameco Press y SEMLAC

Fuente: Boletín 74, Activistas por la vida

V aniversario de la siembra de Berta

Esta semana se cumplen 5 años de la SIEMBRA de BERTA CÁCERES, la lideresa lenca que trabajó por los movimientos campesinos, feministas e indígenas.

#5AñosJuntoABerta

El 2 de marzo de 2016, Berta Cáceres fue asesinada en medio de una fuerte oposición contra el Proyecto Hidroeléctrico “Agua Zarca”, impulsado por la empresa nacional Desarrollos Energéticos (Desa) en territorios ancestrales, al noroeste de Honduras.

Desde Entrepueblos queremos acompañar a la familia y al COPINH, nos sentimos parte de este movimiento internacional en la lucha contra la impunidad en este crimen por defender los derechos ambientales. Exigimos justicia para Berta y castigo a los Atala, autores intelectuales de su asesinato.

Berta Cáceres fue galardonada en 2015 con el prestigioso Premio Ambiental Goldman. Este galardón coincidió con la publicación de un informe de Global Witness, que declaró Honduras como el país más peligroso del mundo para los activistas del medio ambiente y de la tierra.

Acompáñanos en las jornadas especiales que se han preparado desde muchos rincones del mundo para honrar a Berta el día de su siembra.

Únete a las distintas acciones y juntxs exijamos #JusticiaParaBerta ✊🏽

‼️5 años después, Berta sigue haciéndose millones‼️

 

Estas son las actividades que desde Entrepueblos estamos organizando para el 3 de marzo: 

➡️ ZOOM (también por streaming en YOUTUBE LIVE)

19:30 – Globalizando resistencias en el V aniversario de la Siembra de Berta

Debate con:
  • Gemma García, de Contrast. Coautora del documental
  • Paula Santos, de Mujeres Migrantes Diversas
  • Plataforma por Honduras de Madrid
  • Dolores García, de Entrepueblos
  • Y una intervención del COPINH

20:45 – Estreno en youtube del documental “Las Semillas de Berta”

Organizan: Entrepueblos –  Plataforma por Honduras de Madrid – Mujeres Migrantes y Diversas – Xarxa Teixint Resistències amb les Defensores d’Amèrica Llatina

➡️ Casa América de Catalunya (C/ Còrsega, 299, entresòl, Barcelona)
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18:30 – Presentación del libro “Activistas por la vida”
Con la participación de:
  • Gervasio Sánchez, autor
  • Leopoldo Blume, editor
  • Alex Guillamon, Entrepobles

Organizan: Blume – Casa América Catalunya – Entrepobles – Agència Catalana de Cooperació de Catalunya


➕ Súmate al Concierto virtual “Justicia para Berta” organizado por el COPINH

SÍGUENOS TAMBIÉN EN CULTOPÍAS

Cultopías, “IniciARTivas” para cambiar el mundo

Hace ya casi una década desde que en Entrepueblos decidimos crear Cultopías, un espacio web donde homenajear, agradecer y dar a conocer a personas y colectivos que ponen sus experiencias creadoras y generosidad solidaria al servicio de la transformación social y cultural.

Cultopías nació, impulsada con esa pretensión de mostrar las diversas formas en las que las disciplinas artísticas se acercan a las problemáticas sociales, que acompañan la vida social y cultural en los países objeto de nuestra preocupación, que sirven de apoyo y refuerzo al trabajo solidario y de denuncia que desde Entrepueblos queremos impulsamos. Nos referimos a aquellas personas, entidades sociales y colectivos que hacen del teatro, de la música, de la escritura, de la imagen, etc. su aportación a esa solidaridad y denuncia de la que hablamos.

Para incluir ese apartado social, necesitábamos un nuevo espacio que visibilizara noticias, señalara enlaces a otras webs, diera a conocer locales, artistas y sus obras e informara de estrenos culturales con compromiso social. Una herramienta difusora de experiencias artísticas y de encuentro con una mirada transformadora y unos objetivos muy claros: fomentar la cooperación solidaria y la educación emancipadora a través de las disciplinas artísticas y culturales, así como acercar y poner en valor el punto de encuentro entre arte y compromiso social al servicio de la solidaridad y el trabajo social como herramienta de recursos para la ciudadanía global a través de Cultopías.

En estos diez años, Cultopías ha mostrado cerca de mil noticias y creaciones que esperamos hayan servido al menos para dar a conocer distintas experiencias culturales transformadoras alrededor del planeta. Algunas de ellas están vinculadas directamente con los colectivos y movimientos sociales con los que trabajamos o acompañamos en distintos países, otras muchas son también iniciativas profesionales que con su calidad facilitan la comunicación.

Sin embargo, a las alturas de 2018 el sistema de publicación de Cultopías había quedado obsoleto e incompatible con las nuevas versiones lenguaje de programación, y esto hacía que la web fuera muy vulnerable. Estas circunstancias “técnicas” nos animaron a repensar la web con un nuevo diseño y otro enfoque menos estático que la versión anterior, con nuevos sistemas de gestión de contenidos, con un sistema de software abierto y libre, acorde a los principios de Entrepueblos, y que se adapta mejor al uso de las redes sociales.

A través del proyecto “Cultopías, iniciativas para transformar al mundo”, cofinanciado por la Junta de Castilla y León, pudimos ponernos a esta tarea.

Para este nuevo estreno, vimos oportuno recoger las consideraciones de los representantes de colectivos de Castilla y León vinculados al arte, a la gestión cultural y a ONGs. Para ello, establecimos numerosas entrevistas presentándoles la iniciativa, recabando propuestas y sugerencias, y valorando su necesidad. De este modo surgió este proyecto, que desde su origen fue creado a modo de mochila o zurrón donde reunir “IniciARTivas” “ARTivistas”, experiencias artísticas o eventos culturales, nacionales e internacionales, que acompañan y ponen voz a las luchas de los movimientos por la justicia social.

Los contenidos de la nueva Cultopías consisten en hipervínculos a PDF que ya son públicos, tráileres que figuran en las webs oficiales, espacios públicos de libre difusión y/o creative commons. Ningún enlace se vincula a obras protegidas por derechos de autor-a, y todos son sin ánimo de lucro. En este punto, también cabe resaltar que las ilustraciones de Pep Boatella  www.pepboatella.com son creaciones originales realizadas específicamente para Cultopías, para lo que contamos con su cesión de uso.

Con él realizamos la presentación pública de la nueva Cultopías en Castilla y León, junto con una serie de actividades entrelazadas con los objetivos de la web en diversas localidades de Castilla y León contando con la colaboración de la activista de los derechos de las mujeres y líderesa indígena guatemalteca, Lolita Chávez, con La Otra, cantautora y música involucrada con los movimientos sociales y el feminismo, presentada por las cantantes vallisoletanas Ley Mostaza, así como con la ácida ironía y afilado humor sarcástico de Irantzu Varela, introducida por Susana Rioseras, polifacética creadoras artística burgalesa.

Y es que en estos tiempos extraños que nos ha tocado vivir, se ha hecho más palpable si cabe la necesidad de este tipo de iniciativas “IniciARTivas” y “ARTivistas”, que trabajan, antes y después del COVID-19, en pro de la transformación social, para potenciar la voz de colectivos y personas preocupadas por los problemas sociales acuciantes, modelos y ritmos de vida que hemos llevado hasta ahora, tremendamente injustos y frágiles, que nos llevan a creer, ahora más que nunca, en la necesidad de estimular la creatividad y la comunicación colectiva mediante la palabra, el cuerpo y la interacción a través de los medios disponibles, para hacer efectiva la necesidad de generar conciencia social y exigir compromisos a quienes nos gobiernan.

Nuestro afán reside en poder dar una larga continuidad en el futuro a este proyecto, más dinámico y cercano, para que todo el trabajo y bagaje acumulado a nuestras espaldas no caiga en un saco roto, y para ello necesitamos tus Cultopías. Porque queremos seguir avivando la llama del activismo y la movilización ciudadana, continuar llegando a la gente, a un gran público cada vez más diverso e inquieto a quien saciar sus ganas de saber a la vez que generamos más hambre de conocimientos, de expandir sus horizontes culturales y ampliar sus miras hacia una visión más prismática y periférica de la realidad, a través de otras existencias. Vidas cargadas de problemas acuciantes que se apilan en este sistema neoliberal y machista que da más poder a las multinacionales extractivistas que a los derechos humanos, y que alimenta crisis climáticas que expulsan a comunidades y pueblos de sus territorios provocando migraciones que a su vez cierran puertas a aquellas personas que se ven obligadas a migrar.

Y a través de este caminar llegamos a ti que nos lees, y que te mueves en el ARTivismo. Deseamos compartir contigo este proyecto, al que te invitamos a participar. Acompáñanos para poder acercar tus conocimientos y saberes, y quién sabe… quizás crear algo juntas.

Carolina Sáez, Elena Fraile y Manuel Espinilla (Entrepueblos Valladolid)

Fuente: Boletín 74, Activistas por la vida

A diez años de la primera sentencia a Texaco-Chevron por su crimen en la Amazonía Ecuatoriana

Conmemoramos diez años de la primera sentencia que declara culpable a Texaco-Chevron por su crimen en la Amazonía Ecuatoriana

LAGO AGRIO.- El 14 de febrero, del 2011

Luego de más de 18 años de lucha jurídica,  el presidente de la Corte provincial de Justicia de Sucumbíos en Lago Agrío, dictó la primera sentencia condenatoria en contra de la empresa Petrolera Chevron (antes Texaco). Más de 30.000 personas, pertenecientes a ocho Pueblos y Nacionalidades Indígenas (Cofán, Kichwa, Siekopai, Siona, Shuar, Waorani) y diversas comunidades colonas, tenían razón en sus reclamos.

Esta sentencia fue ratificada por todas las instancias judiciales del Ecuador, incluso en junio 2018 por la Corte Constitucional del Ecuador, que emitió su fallo inapelable e imprescriptible, con el cual puso fin al litigio en el Ecuador. Desfortunamente, dos meses despuès, Chevron obtuvo un laudo arbitral favorable a la petrolera que entre otras cosas dispone que el Gobierno del Ecuador realice todas las acciones necesarias para que logre la nulidad de la sentencia del caso Lago Agrio, además que impida que los demandantes del caso Lago Agrio podamos realizar la ejecución de la sentencia fuera del Ecuador.

Somos conscientes de la necesidad de globalizar esta lucha colectiva.

En este proceso, nos hemos unido a una campaña internacional para elaborar junto a centenares de organizaciones un Tratado vinculante para que las trasnacionales respeten los derechos humanos  actualmente debatido en las Naciones Unidas.

Participamos en la campaña internacional en contra los laudos arbitrales privados que ponen los intereses de las transnacionales por encima de los derechos humanos. En septiembre de 2020, una corte Holandesa, emitió una sentencia de primera instancia, favorable a Chevron y contraria al Estado ecuatoriano. No siendo las personas afectadas parte de ese proceso judicial, es indudable la afectación a los derechos humanos.

Además, ha sido necesario el apoyo de más de 240 organizaciones representando más de 285 millones de miembros en el mundo, para que el Estado ecuatoriano siga con su acción de nulidad del laudo arbitral delante de las cortes holandesas. Desafortunadamente hasta ahora, el Estado no ha dado ninguna información sobre el contenido o los resultados de esa acción.

 

Ver noticia completa: http://www.udapt.org/conmemoramos-diez-anos-de-la-primera-sentencia-que-declara-culpable-a-texaco-chevron-por-su-crimen-en-la-amazonia-ecuatoriana-2/

NOTA-PRENSA.-10-ANOS-DE-SENTENCIA-ESP

Una montaña {zapatista} en alta mar

El comunicado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, intitulado “Una montaña en alta mar”, se puede leer en: http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2020/10/05/sexta-parte-unamontana-en-altamar/

Dado a conocer por su vocero, el Subcomandante Moisés, el 5 de octubre pasado, contiene reflexiones de largo aliento sobre la realidad nacional y mundial. Contiene también  el anuncio de una próxima salida de delegaciones zapatistas por los cinco continentes, empezando por Europa, y planeando llegar a Madrid, la capital española, el 13 de agosto del 2021, “500 años después de la supuesta conquista de lo que hoy es México.” 

En ese mundo que los mayas zapatistas observan “enfermo y fragmentado en millones de personas, empeñadas en su supervivencia individual, pero unidas bajo la opresión de un sistema que va en contra de la existencia del planeta Tierra”, con “la naturaleza herida de muerte, y que, en su agonía, advierte a la humanidad que lo peor está todavía por venir”, sus delegaciones irán a encontrar, sostienen, “lo que los hace iguales.”

Quieren, específicamente, hablar con los pueblos del estado español: “No para amenazar, reprochar, insultar o exigir. No para demandarle que nos pida perdón. No para servirles ni para servirnos. Iremos a decir dos cosas sencillas: Uno: Que no nos conquistaron. Que seguimos en resistencia y rebeldía. Dos: Que no tienen por qué pedir que los perdonemos nada. Ya basta de jugar con el pasado lejano para justificar, con demagogia e hipocresía, los crímenes actuales y en curso, como el del hermano Samir Flores Soberanes; los genocidios escondidos detrás de megaproyectos, concebidos y realizados para contento del poderoso –el mismo que flagela todos los rincones del planeta; el aliento monetario y de impunidad para los paramilitares; la compra de conciencias y dignidades por 30 monedas.”

Ante las manipulaciones de la historia desde el poder presidencial, se externan las críticas severas del zapatismo a lo que considera “nacionalismo trasnochado”, que “quiere sembrar el rencor racial (…) con el supuesto esplendor de un imperio, el azteca, que creció a costa de la sangre de sus semejantes, y que nos quiere convencer de que, con la caída de ese imperio, los pueblos originarios de estas tierras fuimos derrotados. Ni el Estado Español ni la Iglesia Católica tienen que pedirnos perdón de nada. No nos haremos eco de los farsantes que se montan sobre nuestra sangre y así esconden que tienen las manos manchadas de ella.”

Señalan que los poderosos se esconden y repliegan en los llamados Estados Nacionales y sus muros. “y, en ese imposible salto hacia atrás, reviven nacionalismos fascistas, chauvinismos ridículos y un palabrerío ensordecedor”, y, en este punto, advierten de guerras por llegar, “las que se alimentan de historias falsas, huecas, mentirosas y que traducen nacionalidades y razas en supremacías que se impondrán por la vía de la muerte y destrucción.” 

Y en esa oscuridad y confusión que precede a esas guerras, el zapatismo denuncia “el ataque, cerco y persecución de cualquier atisbo de creatividad, inteligencia y racionalidad. Frente al pensamiento crítico, los poderosos demandan, exigen e imponen sus fanatismos.”

Esta audaz iniciativa de viaje planetario se corresponde con su persistente voluntad política de romper los cercos que el Estado mexicano ha impuesto al EZLN en los múltiples frentes de la guerra contrainsurgente –militar, paramilitar, mediático, redes sociales, programas clientelares, campañas difamatorias delirantes–, ya sea con la histórica multiplicación de cinco a 12 Juntas de Buen Gobierno, que tuvo lugar en el 2019; las reuniones internacionales de miles de mujeres de más de 40 países en sus territorios, en 2018 y 2019; el seminario sobre el pensamiento crítico frente a la hidra capitalista, en el que se convocó a la formación del intelectual colectivo que requiere la lucha de los pueblos, en 2015; los cursos de la “Escuelita”, en 2013, en la que compartieron su proceso autonómico; las marchas multitudinarias por las cabeceras municipales en 2012, con motivo del “fin del mundo”; y sus recorridos, ya memorables, por el país, como las de los 1111, en 1997, o la Marcha del Color de la Tierra del 2001, el Encuentro Intergaláctico de 1996, la primera reunión contra el neoliberalismo en el ámbito mundial, después de la implosión de la URSS y el supuesto “fin de la historia”.

Ese infundio de un movimiento aislado, esencialista, corporativo, propalado por los servicios de inteligencia del Estado mexicano y sus voceros en los medios de comunicación de paga, y que ahora retoman los defensores a ultranza de la 4 T, no tiene ningún viso de credibilidad o sustento.

Frente a neoliberales y neoconservadores, el EZLN representa la conciencia crítica del país, invisibilizada por unos y otros. Sin embargo, su mensaje de resistencia, rebeldía y vida encontrará, sin duda, oídos receptivos, en ese mundo nuevo que se construirá desde abajo.

Gilberto López y Rivas

Fuente: Boletín 74, Activistas por la vida

 

#ViajeZapatistaPorLaVida

La deforestación detrás del impacto de los huracanes

“Va a seguir lloviendo sobre mojado. La tierra ya no aguanta tanta agua”. Así se expresaba en Twitter el pasado lunes 23 de noviembre la lideresa afrodescendiente de la Organización Fraternal Negra Hondureña (OFRANEH).

Y no le faltaba razón. La madrugada siguiente, la ciudad de La Lima, en el norte de Honduras, volvía a inundarse por cuarta vez en dos semanas. El agua que dejó sobre el país esta temporada ciclónica, especialmente tras el paso de los huracanes ETA e IOTA, hicieron que los ríos Chamelecón y Ulúa crecieran considerablemente. Las primeras lluvias del mes de noviembre se llevaron por delante el Canal Maya y los bordos de contención que protegen esta ciudad situada casi en la costa caribeña. Ya sin esa protección, el agua, el lodo y las piedras ocuparon viviendas y cosechas. Una imagen que se repitió en todo el Valle de Sula.

Hasta hace varias décadas, ríos como el Chamelecón y el Ulúa, que forman parte de la gran red hidrográfica de Honduras, eran incluso aptos para la navegación durante todo el año. Sin embargo, en algunas zonas se han convertido en quebradas que, en los meses de verano, se pueden cruzar caminando. Hasta que vienen lluvias como las de las últimas semanas.

Cada vez son más los expertos que, junto a otros factores, vinculan estos desbordamientos de ríos e inundaciones con la deforestación. Según explica Héctor Orlando Portillo, biólogo de la Fundación de Ciencias para el Estudio y Conservación de la Biodiversidad, “esto ocurre como consecuencia de la deforestación en las partes altas, medias y bajas de las cuencas donde nacen estos ríos. Uno de los factores para que esta acción se dé, es la problemática social y económica de nuestra población, como consecuencia de la desatención de los gobiernos que eternamente les han marginado”. De acuerdo con datos del Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza, en los últimos sesenta años se han deforestado en Honduras alrededor de 1.2 millones de hectáreas. Solo en los últimos 20 años, se habrían perdido entre 23.000 y 58.000 hectáreas anuales.

El ingeniero especialista en Manejo y Gestión de Catástrofes Naturales de Orden Hidrológico, Juan Mejía, explicó a Radio Progreso que Honduras es un país cuyo 77% de su geografía es montañosa pero con la tala de árboles las montañas han perdido su capacidad de retención de agua. Según va perdiendo su cobertura boscosa, se producen deslizamientos, erosión y los ríos acaban arrasando todo lo que encuentran a su paso. Esto es precisamente lo que ha pasado en el Valle de Sula, donde las grandes extensiones de monocultivos de arroz, caña de azúcar y, en menor medida, banano han contribuido también a estos efectos. “Si las montañas del centro y el occidente del país están debidamente reforestadas, los suelos van a ser más resilientes y van a tener capacidad para retener el agua y luego ir liberándola poco a poco”. En este sentido, Juan Mejía, también responsable del área de investigación del Movimiento Amplio por la Dignidad y la Justicia (MADJ) señala que “la política forestal no solo tiene que ver con los precios de la madera; tiene que ver con lo que los bosques significan para estas serranías”.

“Tenemos que exigir a las empresas depredadoras que están destruyendo la naturaleza, que paren ya. Cómo no se van a desbordar todos estos ríos si arriba, donde las fuentes de agua, no solo vive gente, sino que hay proyectos que destruyen los bosques”, denuncia Miriam Miranda mientras recuerda que Honduras necesita que los bosques puedan captar el agua de la lluvia y ahí repose antes de bajar a las zonas bajas donde vive la gente. Miranda se refiere también al cambio climático ante el que Honduras es uno de los tres países más vulnerables de acuerdo con el Índice de Riesgo Climático de Germanwatch de 2018.

La lucha por los bosques

Junto a la deforestación, desde el MADJ se refieren también a otras prácticas empresariales como las construcciones a gran escala y en zonas no aptas para habitar, la extracción desmedida de minerales, la adulteración y cambios de dirección en los cauces de los ríos que, aseguran “están vinculadas a un modelo económico que despoja y asesina a quien se opone a estas prácticas”. De hecho, según el informe de Global Witness (2019), hoy en día Honduras se ha convertido en el lugar más peligroso del mundo – por asesinato per cápita– para las personas defensoras de la tierra y del medio ambiente. Estas personas son víctimas de la mayoría de los casos de violencia, difamación y criminalización. Si atendemos a las cifras proporcionadas por la Vía Campesina, actualmente en Honduras hay un total de aproximadamente 7,000 personas criminalizadas, 1,700 de las cuales son mujeres.

Una de estas mujeres que enfrenta amenazas e incidentes por su defensa del territorio es María Felicita López, indígena feminista del Departamento de La Paz. Desde su municipio, Santa Elena, lleva años defendiendo el patrimonio natural de los intereses hidroeléctricos vinculados de una diputada del Congreso Nacional de Honduras. Desde hace tiempo trabaja también para evitar los más de 26 planes de manejo y permisos ambientales para la explotación de madera que actualmente existen en su departamento. “El Instituto de Conservación Forestal (ICF) los otorga sin consultar a las comunidades y pueblos y sin averiguar el impacto ambiental que esto va a tener sobre las fuentes de agua de las comunidades”, explica Felicita López.

Precisamente para evitar este aumento de la deforestación, y conscientes de la importancia de defender la tierra y el territorio, organizaciones campesinas como la CNTC y la Vía Campesina presentaban el pasado mes de febrero la propuesta de Ley de Emergencia para la Reactivación del Sector Agrícola, Pecuario y Forestal para el Combate de la Pobreza. Entre las propuestas de este documento se encuentra “un plan masivo de reforestación con preferencia en las zonas de reserva y cuencas hidrográficas productivas de agua a nivel nacional”. De esta forma, evitar que, una vez más, llueva sobre mojado.

Brigadas de Paz Honduras

Boletín 74, Activistas por la vida

Activistas por la vida en Centroamérica

Centroamérica es una de las regiones más privilegiadas, y duras al mismo tiempo, del planeta. Su ubicación, conectando el Norte y el  Sur de Abya Yala –tierra en plena madurez, como llamó el pueblo kuna a América-, entre el Caribe y el Pacífico, surcada por cordilleras y volcanes, bosques y selvas tropicales, sacudida por huracanes y terremotos, convirtió a esta estrecha cintura en un paisaje original rebosante de agua y biodiversidad, además de riquezas minerales.

En lo que hoy son Guatemala y Honduras, se asentaron los pueblos que dieron origen a la civilización maya, una de las más complejas y avanzadas de la antigüedad. Sin embargo estos pueblos vieron bruscamente truncado su devenir hace unos 500 años, con la llegada de los galeones, la pólvora, el caballo, la viruela y la cruz de la colonización española. A partir de entonces se interrumpió el desarrollo endógeno de su economía, sociedad y cultura, y se impuso otro tipo de desarrollo orientado al servicio de las sucesivas potencias coloniales que los parasitaron.

Estas potencias utilizaron también del secuestro de centenares de miles de personas en África para esclavizarlas en minas, plantaciones y servitudes domésticas, cuya descendencia encontramos hoy principalmente en la costa atlántica de la región.

Bajo formas y actores diferentes, y hasta nuestros días, el colonialismo tuvo como finalidad principal la apropiación de esas materias primas que la región ofrecía, y sigue ofreciendo, en abundancia.

Precisamente es a esto a lo que el economista ecuatoriano Alberto Acosta denomina “la maldición de la abundancia”. Actualmente las regiones más ricas en bienes naturales, parecen condenadas a vivir en las sociedades más desiguales y violentas. Y hoy esa maldición tiene un diagnóstico: extractivismo.

Vivimos en un mundo en el que el 1% de la población mundial posee tanto dinero líquido o invertido como el 99% restante. En el que el valor nominal de los derivados financieros supera en mucho más de 10 veces el valor del PIB mundial. Y en el que una gran parte de estas inversiones financieras, demandan la extracción a gran escala de materias primas, para exportarlas en cadenas transnacionales para su transformación industrial en energía y “bienes de consumo”, y, por tanto, en beneficios lucrativos, una gran parte de los cuales acaba cobijado en paraísos fiscales. Al mismo tiempo muchas de estas materias primas son cada vez más escasas, es decir, tienen un horizonte de agotamiento más cercano, lo que acentúa su avidez, en lugar de su protección.

Si en otros tiempos la apropiación de los bienes naturales se hizo mediante un régimen colonial directo, ahora este papel lo cumplen los llamados “tratados de comercio e inversión”, entramados jurídicos que blindan los derechos de los inversores, empresas o grupos transnacionales, por encima del resto de derechos implicados.

Y es que el desarrollo pleno del extractivismo acaba requiriendo modelos políticos coercitivos y autoritarios, sin mecanismos de control, diálogo o compensación. Requiere la eliminación de trabas a su desarrollo, como son las instituciones y leyes que regulan la protección de la naturaleza, las libertades ciudadanas, la vida libre de violencias para las mujeres o el control de la corrupción.

Centroamérica es una de esas regiones del mundo en que la presión de los intereses extractivos sobre los ecosistemas, sobre las comunidades humanas y sobre la gobernabilidad democrática es tan intensa que crea una atmósfera irrespirable.

Tan irrespirable que miles de familias se ven abocadas a un éxodo de alto riesgo: más de 3 millones y medio han logrado sortear los muros de Estados Unidos y 800 mil han solicitado asilo en Europa -a las que se suman otros centenares de miles de rechazadas o invisibilizadas-. Irrespirable especialmente para las mujeres, blanco de todas las formas de violencia patriarcal, con los más altos índices de feminicidios e impunidad en el mundo. Irrespirable para cualquier persona que se empeñe en defender sus derechos, los de su comunidad o los de la naturaleza, como atestiguan las cifras de defensoras criminalizadas, acosadas y asesinadas en la última década.

Pero tendríamos una visión muy parcial de lo que está ocurriendo en Centroamérica si solamente dirigiéramos nuestra mirada hacia estas tendencias destructivas. Como acostumbra a decir el ambientalista mexicano Gustavo Castro, si hay conflicto es porque hay resistencia.

Al mismo tiempo que todo lo anteriormente descrito, hoy, tanto en Honduras como en Guatemala, vemos a cientos de comunidades indígenas y campesinas plantándose en sus territorios frente a poderosos intereses y conseguir en muchos casos protegerlos. Vemos también a las mujeres jugando un papel cualitativamente decisivo en estas resistencias y haciéndose valer frente a todo tipo de hostigamientos patriarcales. Vemos comunidades definiendo sus proyectos de vida, basados tanto en las cosmovisiones ancestrales herederas de sus matrices culturales originarias, como en conceptos y prácticas acuñadas por movimientos sociales de las últimas décadas como la soberanía alimentaria, la agroecología, la economía social, la autogestión territorial o los feminismos. O dando a pie a conceptos mixtos como el del feminismo comunitario.

La vida se expresa a través de estas personas y comunidades diversas que, contra pronóstico, lo arriesgan todo tratando de convertir en oxígeno socialmente respirable la atmósfera tóxica del extractivismo. Tal como dicen, “somos la naturaleza defendiéndose”… Y defendiéndonos a toda la humanidad, habría que añadirles.

En estos tiempos en que en los países industrializados despierta la conciencia sobre la emergencia climática y ecológica, estos rostros y voces que nos llegan desde Centroamérica plantean la necesidad de cuestionar el modelo de crecimiento ilimitado del consumo material como base del bienestar. Su mensaje nos advierte de que, agotando los bienes naturales y la biodiversidad de estos territorios, estamos socavando las mismas bases de nuestra propia supervivencia.

Nos invitan a responder a la cadena transnacional del extractivismo con la cadena internacional de la solidaridad, es decir, de la conciencia de que en este mundo social y ecológicamente interconectado, cada agresión a una persona defensora, cada extinción de una nueva especie, cada hectárea de bosque incendiado, cada río secuestrado, sea donde sea, nos afecta cada vez más directamente.

Proteger a las comunidades que defienden sus territorios y sus culturas es, pues, proteger la cadena global de la vida. Y podemos hacerlo de varias formas, entre ellas:

– Intencionando nuestros hábitos personales y familiares, para disminuir el consumo, apostando por los circuitos de cercanía y el reciclaje, evitando alimentar las cadenas transnacionales del extractivismo y las vulneraciones de derechos.

– Exigiendo a nuestros gobiernos que promuevan mecanismos internacionales vinculantes de defensa de los derechos humanos y de la naturaleza, frente a la impunidad con que demasiadas inversiones transnacionales evaden hoy sus responsabilidades.

– Abriendo nuestros ojos a los rostros y nombres de las personas y comunidades que están siendo amenazadas por defender sus territorios. Acercándolas, para hacerles presente nuestra compañía. Con acciones de presión para que las instituciones nacionales e internacionales no se desentiendan de la obligación de proteger la vida por encima de todo. Rechazando el acoso, el uso de la violencia y el asesinato como recursos válidos en la inversión empresarial.

– Apoyando en nuestro país los derechos de las personas inmigrantes-refugiadas, que han tenido que huir de la violencia y la destrucción de condiciones de vida digna, frente a las leyes y prejuicios xenófobos y racistas.

Es por esa contribución que queremos agradecer en primer lugar al fotoperiodista y amigo Gervasio Sánchez que haya puesto su ojo y su cámara, su profesionalidad solidaria y su tan solicitado tiempo a disposición de este proyecto de “Activistas por la Vida”, que, articulado en torno a una exposición fotográfica, despliega una serie de formatos audiovisuales, comunicativos  y didácticos para tender un puente de solidaridad con las personas defensoras y sus comunidades. Y, por supuesto, a todas las personas protagonistas de esta historia, a las que aparecen y a las que han preferido no aparecer, a las queridas organizaciones y comunidades de Guatemala y Honduras que nos han brindado su confianza y su colaboración para que este proyecto fuera posible. Al Institut de Drets Humans de Catalunya que nos acompaña en el proyecto. Y a la Agència Catalana de Cooperació al Desenvolupament que creyó y apostó desde el primer momento por esta propuesta.

Ahora la continuidad de esta historia está también en tus manos.

 

Àlex Guillamón. Entrepobles

 

 

Por un Pacto Ecosocial con la desobediencia

Por definición un pacto plantea un acuerdo entre dos o más partes, muchas veces solemne, donde se establece una obediencia a cumplir los puntos establecidos en lo que puede ser o no un contrato formal, en ocasiones conseguido incluso debajo de la mesa.

Tan agobiante definición puede generar confusiones, más cuando erradamente se mete en un mismo saco a todos los pactos nacidos en estos convulsos tiempos. Pese a ello, el Pacto Ecosocial del Sur no plantea un acuerdo formal para cumplir una hoja de ruta cerrada ni propone un listado de demandas dirigidas a los gobernantes. No es un Pacto con el Poder, ni para acceder al Poder; este Pacto enuncia ideas de cambio de las fuerzas sociales que lo impulsan.

Vivimos la peor crisis moderna de la humanidad; una crisis que rebasa al azote sanitario del coronavirus pues se descubren las fracturas multifacéticas y sistémicas de la civilización dominante. En medio de esa crisis, y pese al aislamiento físico, un grupo de personas sintonizadas desde hace tiempo elaboró un documento corto proponiendo -lo que a mi juicio es- un pacto con la desobediencia, buscando alternativas sistémicas y concertadas con diversos procesos sociales.

En clave de transiciones (en plural), sin olvidar el horizonte utópico, se plantean ocho puntos de acción: una transformación tributaria solidaria donde “quién tiene más, paga más”;

  • anular las deudas externas estatales y construir una nueva arquitectura financiera global, como primer paso de reparación histórica de la deuda ecológica y social contraída por los países centrales desde la colonia;
  • crear sistemas nacionales y locales de cuidado donde la sostenibilidad de la vida sea el centro de nuestras sociedades, entendiendo al cuidado como un derecho que exige un papel más activo del Estado en consulta y corresponsabilidad permanente con pueblos y comunidades;
  • salir de la trampa de la pobreza extrema con una renta básica universal que sustituya las transferencias condicionadas focalizadas de herencia neoliberal;
  • impulsar la soberanía alimentaria combinada con políticas que redistribuyan la tierra, el acceso al agua y una profunda reforma agraria, alejándose de la agricultura industrial de exportación y sus nefastos efectos socioambientales;
  • construir economías y sociedades postextractivistas para proteger la diversidad cultural y natural desde una transición socio-ecológica radical, impulsando salidas ordenadas y progresivas de la dependencia del petróleo, carbón y gas, de la minería, y de los grandes monocultivos, frenando la deforestación masiva;
  • recuperar y fortalecer espacios de información y comunicación desde la sociedad, actualmente dominados por los medios de comunicación corporativos y las redes sociales que forman parte de las corporaciones más poderosas de nuestros tiempos, para disputar los sentidos históricos de convivencia;
  • fortalecer la autonomía y sostenibilidad de las comunidades locales frente a la fragilidad de las cadenas globales de producción, para potenciar la riqueza de los esfuerzos locales y nacionales;
  • y, concluyendo este listado siempre preliminar, propiciar una integración regional y mundial soberana favoreciendo los sistemas de intercambio local, nacional y regional, con autonomía del mercado mundial globalizado y enfrentando al monopolio global corporativo.

Muchas de estas ideas aparecen en otros documentos elaborados en estos años, no solo durante la pandemia. La diferencia radica en que este Pacto Ecosocial propone acciones concretas a corto plazo sin olvidar las utopías y la imperiosa necesidad de construir imaginarios colectivos, para acordar un rumbo compartido de transformaciones radicales y una base para caminar con plataformas de lucha en los más diversos ámbitos de nuestras sociedades.

La crisis desnudada por la pandemia ha potenciado las desigualdades y muestra, quizás con más brutalidad que antes la incertidumbre y fragilidad de nuestro futuro, siempre en juego. Nos toca enfrentar un mundo desigual e inequitativo en extremo, plagado de todo tipo de violencias (patriarcales, racistas, extractivistas…) que aumentan aceleradamente con la pandemia. Pero también es una enorme oportunidad para (re)construir nuestro futuro desde principios básicos para una vida digna: el cuidado, la redistribución o el reparto, la suficiencia y la reciprocidad, desde bases comunitarias y autonómicas antes que estatales. En concreto, el campo principal de acción aparece en donde podemos actuar propiciando vidas mancomunadas, en espacios comunes: plurales y diversos, con igualdad y justicia, con horizontes construidos colectaivamente, para resistir el creciente autoritarismo y construir simultáneamente todas las alternativas posibles.

En realidad este Pacto viene desde abajo, desde los movimientos sociales y la Madre Tierra (origen y base de todos los derechos); eso sin ocultar la responsabilidad de quienes lo redactaron. Este Pacto surge, en definitiva, desde múltiples luchas de resistencia y de re-existencia en nuestra región, incluso se sintoniza con la larga memoria de los pueblos originarios, algunas de cuyas más importantes organizaciones lo respaldan.

Así, desde esas luchas, reflexiones y realidades se propone este Pacto Social, Ecológico, Económico e Intercultural desde el Sur, desde América Latina, desde Abya Yala y Afro-Latinoamérica, proyectándolo a los sures del mundo, convocando a desobedecer y confrontar al poder para enterrar al mundo del capital y crear un mundo nuevo. Y para conseguirlo, caminando desde el aquí y el ahora, quienes escribimos este Pacto buscamos horizontes de transformación civilizatoria, en esencia postcapitalistas, tanto para superar el antropocentrismo, como la colonialidad, los racismos y el patriarcado. El fin es construir un mundo donde quepan muchos mundos -un pluriverso- pensados desde las perspectivas, deseos y luchas de los pueblos y sus derechos.

 

Alberto Acosta Economista ecuatoriano. Profesor universitario. Compañero de lucha de los movimientos sociales. Juez del Tribunal Internacional de los Derechos de la Naturaleza. Ministro de Energía y Minas del Ecuador (2007). Presidente de la Asamblea Constituyente del Ecuador (2007-2008).

 

Imagen de portada: https://www.connectas.org/peru-semana-jovenes-salvaron-historia/

 

La pandemia generó una explosión de las deudas domésticas

Las cuentas impagadas por alquileres y servicios de luz, agua, gas y acceso a conectividad crecieron a ritmo acelerado en estos meses de aislamiento social para protegerse del coronavirus. El carácter feminizado de las economías precarizadas son hoy objeto preferido de endeudamiento.

La cuarentena puede leerse desde el punto de vista de cuáles son los movimientos que generan deudas y cuáles los que generan rentas. Con ese método, no solo se evidencia quién puede quedarse en casa y quién no. También cómo moverse o fijarse tiene efectos diferenciales en términos de ingresos y deudas.

Por eso, no hay manera de pensar la crisis habitacional, sin la deuda creciente de inquilinas e inquilinos, así como no se logró poner de relieve la falta de acceso a conectividad en los barrios más precarizados hasta que la deuda por celulares se evidenció como un costo exorbitante en plena pandemia. La renta inmobiliaria y la renta financiera aprovechan la inmovilidad.

¿Qué papel está jugando el endeudamiento a nivel global y a nivel doméstico en este momento de crisis? En nuestra investigación Una lectura feminista de la deuda (2019) hemos desarrollado cómo el endeudamiento público, acelerado exponencialmente en los últimos cuatro años, se tradujo en políticas de ajuste que se derramaron en los hogares como deuda doméstica.

Junto a la inflación galopante y la consecuente pérdida de poder adquisitivo de subsidios y salarios, se produjo una realidad en la cual se volvió obligatorio el endeudamiento para acceder a bienes tan básicos como alimentos y medicamentos. Aquí la deuda doméstica aparece en su dimensión más política: como modo de metabolizar los efectos del ajuste, lo cual obliga a completar los ingresos siempre insuficientes para un consumo de productos a su vez cada vez más dolarizados (alimentos, medicamentos, alquileres).

De esta manera, la deuda en las familias opera también como mecanismo que obliga a la precarización: a la aceptación de trabajos cada vez peor pagados. Esto hace que las deudas terminen organizando y comandando las formas laborales, siendo un motor interno a la flexibilidad sin límites y una manera de explotación que logra intensificarse y adaptarse a realidades laborales cada vez más heterogéneas.

Las finanzas, despojadas del puro tecnicismo y pensadas en su impacto cotidiano, deben comprenderse en términos de una lógica extractiva del capital, organizando lo que llamamos “extractivismo financiero”.

Vivienda y alquiler

 En los meses de aislamiento social, preventivo y obligatorio se constata el aumento acelerado de la pobreza y situaciones de precariedad generalizada y, en consecuencia, el incremento muy fuerte de deudas en los hogares. La disminución de ingresos para la gran parte de la población que no tiene empleo asalariado fijo, el recorte de sueldos incluso para quienes sí lo tienen, y los despidos forman parte del paisaje de veloz pauperización y el suplemento de la deuda a la hora de “salvar” el momento.

Queremos puntualizar aquí las nuevas formas de endeudamiento que se están produciendo en la crisis, a partir de un trabajo de encuestas y entrevistas que realizamos sumado a otras fuentes que venimos sistematizando. Uno de los centros del conflicto actual es la vivienda.

A partir del imperativo #QuedateEnCasa se ha revelado la dificultad de lo que esto significa en el contexto actual y, en particular, con el aumento de violencia de género que se registra en condiciones de confinamiento. Hacinamiento, barrios enteros sin agua y alquileres que se vuelven impagables. Esto es efecto del acelerado proceso de financiarización del acceso a la vivienda (cada vez más cara y escasa) y que tiene en la toma de tierras uno de sus eslabones evidentes.

Según una encuesta realizada mensualmente por la Federación de Inquilinos, más del 60 por ciento de quienes alquilan se endeudaron de alguna manera (con préstamos bancarios y no bancarios o con familiares o amistades) frente a la imposibilidad de pagar el alquiler desde mayo.

La deuda por razón de la vivienda expresa lo que denominamos violencia propietaria:. que se concreta en el abuso directo de dueños e inmobiliarias que aprovechan la situación crítica para amenazar, amedrentar, no renovar contratos o directamente desalojar. Sobre todo, es caldo de cultivo para forzar al endeudamiento y, en la medida que los meses pasan, a financiar deuda con más deuda.

Sabemos que para muchos hogares, la deuda es la antesala del desalojo y, a la vez, la manera de aplazarlo, de postergarlo. Pero esa violencia propietaria también recrudece en el mercado inmobiliario informal, cuando las casas son habitaciones de hotel o cuartos alquilados en una villa o casas compartidas en asentamientos, donde en general no hay contrato ni recibo de pago de por medio, pero los costos y el ajuste inflacionario de los montos son iguales o mayores a los que implica el alquiler de un departamento pequeño.

Es una novedad de las tomas de tierras de estos meses que la mayoría de quienes explican su situación lo refieren a la imposibilidad de seguir pagando alquileres y a deudas acumuladas por vivienda.

Estas deudas, además, buscan confiscar desde ahora ingresos a futuro: sean sueldos o subsidios venideros; o, directamente, obligan a la toma de nuevas deudas con circuitos familiares e informales. Esto también se convierte en un botín para las financieras que están comprando propiedades con deudas. Lo cual, a su vez, plantea una analogía con un circuito global de fondos de inversión que en varios países del mundo hoy están haciendo grandes negocios con los desahucios y desalojos.

Feminización de la pobreza

 Es además necesario analizar cómo interviene la situación de endeudamiento doméstico sobre la realidad de esa brecha entre trabajo no remunerado y trabajo remunerado. La coyuntura de emergencia por la crisis acelerada por la covid-19 intensificó el endeudamiento de mujeres que ya se venía observando durante los últimos años. Según datos de la Dirección de Economía, Igualdad y Género del Ministerio de Economía, 1.900.000 de las receptoras de la Asignación Universal por Hijo (AUH) tienen deuda con la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSES).

Este fenómeno se diversificó e incrementó durante la pandemia, donde las deudas “no bancarias” por alquileres y servicios de luz, agua, gas y acceso a conectividad crecieron a ritmo acelerado, lo cual se hace aún más fuerte en los hogares monomarentales, convirtiendo al endeudamiento en otra de las formas de intensificación de las desigualdades de género.

Según una encuesta mensual de la organización Inquilinos Agrupados, el endeudamiento por alquileres crece exponencialmente en los hogares donde hay un único ingreso o donde viven madres solteras con hijos e hijas.

En los barrios populares, donde la emergencia sanitaria y la restricción de ingresos impactó más fuerte, las deudas por conectividad -es decir, para comprar datos para sostener la educación pública a distancia- se incrementaron notablemente, absorbiendo incluso buena parte del IFE.

La situación es paradójica en su dramatismo: el incremento de las tareas de cuidado, además de intensificar el trabajo no remunerado que implica hacerse cargo de la escolaridad de las hijas e hijos al interior de los hogares, genera más deuda.

El trabajo no reconocido en los hogares se traduce en una desigualdad de ingresos que, a la vez, se transforma en engranaje de endeudamiento. Es esta situación de endeudamiento compulsivo y reiterado, además, la que produce una relación directa con el crecimiento de las economías ilegales como oferentes de empleo en situaciones de alta vulnerabilidad.

Si algunos analistas hablan del trabajador actual como un “recolector de ingresos”, que ya no puede garantizar su reproducción a través de un salario único y estable, podemos hablar de la “recolectora de deudas” como una figura expresiva de la profundización del despojo y la precarización que se suele nombrar como feminización de la pobreza.

En esta línea, es fundamental subrayar el carácter feminizado de las economías precarizadas que son hoy objeto preferido de endeudamiento. Una lectura feminista del problema financiero, tal como lo venimos desarrollando, confronta la dinámica abstracta de las finanzas en su relación con la vida cotidiana, con las formas de la violencia en los hogares y en los diversos territorios y con las modalidades actuales de explotación del trabajo, remunerado y no remunerado.

¿Quién pagará la crisis?

Esta situación no se generó de un día para el otro. Hay una genealogía que muy rápidamente se puede sintetizar para nuestra región. Si en los años 80 el endeudamiento disciplinó las transiciones democráticas en América Latina, como vía de salida de las dictaduras; luego, en los 90, la forma Consenso de Washington de las reformas neoliberales impusieron nuevos umbrales de deuda; y estos últimos años se asiste a un fuerte relanzamiento de la penetración financiera sobre nuestros países, combinada con situaciones de pobreza y despojo de recursos cada vez más intensivas.

Esta colonización financiera derramada en términos de deuda doméstica tomó como territorio de conquista a las poblaciones más empobrecidas y precarizadas. Esto se vincula a su vez, en términos retroactivos, con el modo en que se han conectado los subsidios sociales con la bancarización masiva, en un proceso que lleva más de una década en la región.

Cuando la relación de deuda se derrama hacia abajo, se difunden los efectos de la deuda tomada por los Estados a modo de cascada. Es decir, los despojos y privatizaciones a los que obliga el endeudamiento estatal se traducen como endeudamiento compulsivo hacia los sectores subalternos, que pasan a acceder a bienes y servicios a través de la mediación de la deuda. Esto tiene el efecto, tanto de modificar la relación entre ingreso y deuda, como también entre deuda y acceso a derechos.

Y aún más: esta cartografía específica permite ver sobre qué cuerpos, economías y territorios esa deuda se produce. Esta es la metodología feminista que venimos desplegando, que va de las finanzas a los cuerpos. ¿A quiénes se endeuda? ¿Cómo? ¿Con qué tasas de interés? ¿Qué tipo de trabajo, remunerado y no remunerado, caracteriza a la población más endeudada? Estas fueron algunas preguntas que en los últimos años hemos desarrollado, tanto en términos de acción política como de producción de conocimiento e información.

La investigación en la pandemia empieza relevando la multiplicación de las deudas privadas en la crisis y los trabajos y territorios domésticos y comunitarios que explota y permite trazar, a la vez, los dilemas políticos del momento.

Por un lado, se constata cómo gran parte del IFE otorgado por el gobierno nacional y los ingresos por subsidios y salarios son absorbidos por los bancos, supermercados, empresas de telecomunicación, empresas de plataformas y pago de deudas. Y, por otro, que las formas de la precarización laboral que vemos acelerarse expresan las disputas al interior de la crisis.

El capital -y las ofensivas patronales y financieras en las que se expresa- aprovechará la situación de crisis para reconfigurar las formas de trabajo, los modos de consumo, los parámetros de ingreso y las relaciones sexo-genéricas. Más concretamente, podemos pensar que estamos ante una reestructuración de las relaciones de clase que toma como escena principal el ámbito de la reproducción social. Esto incluye a los hogares, pero también a los trabajos reproductivos que se hacen más allá de los muros de la vivienda.

Sin dudas, hay sectores para los cuales el momento actual no solo no significa una detención de sus actividades debido a la cuarentena, sino que representa por el contrario una oportunidad para acelerar su propia lógica de ganancias, la cual saca provecho de la inmovilidad endeudada, esa que toma cuerpo en una domesticidad cada vez más explotada y precaria.

Luci Cavallero y Verónica Gago, Investigadoras GIIF-UBA-Conicet (Argentina)

Fuente: Boletín 74, Activistas por la vida