Reducir la militarización del conflicto ucraniano para evitar la guerra

Entrepueblos se suma al movimiento pacifista y antimilitarista para exigir que los gobiernos europeos adopten medidas negociadas y pacíficas urgentes ante el ataque militar a Ucrania.
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¡Juntas por la paz y los Derechos Humanos, no más muertes, las vidas humanas importan!

 


Nos hacemos eco de los comunicados: Centre DelàsLa Coordinadora


Comunicado Centre Delàs ⤵️

Reducir la militarización del conflicto ucraniano para evitar la guerra 

El conflicto ucraniano es de una enorme complejidad y merece ser analizado con serenidad y responsabilidad teniendo en cuenta todos los aspectos políticos, históricos, económicos, entre muchos otros culturales, sociales, sin olvidar, evidentemente, el rol que la seguridad energética puede jugar en el futuro de la región. Así como se debe poner en el centro la seguridad de las personas, de la población civil, que sería obviamente la principal damnificada de una hipotética guerra entre Rusia y la OTAN.

En el conflicto interno que vive Ucrania, la responsabilidad de Europa Occidental y la OTAN no es menor, al haber ayudado a los políticos ucranianos prooccidentales y contribuido a la militarización del país y la región, del mismo modo que Rusia es responsable de sus acciones militares totalmente inaceptables para hacerse con el control de las regiones ucranianas donde existen comunidades prorrusas, principalmente de Crimea y la parte oriental del Donbás (Lugansk y Donetsk).

La OTAN es un organismo militar multilateral con un radio de acción mundial bajo el mando de Estados Unidos que siempre la ha utilizado para ejercer un control en favor de los intereses de sus grandes corporaciones, entre las que juegan un papel especialmente protagonista las energéticas. De este modo ha hecho uso de la fuerza militar para contrarrestar la de sus opositores, como ha demostrado en su participación en numerosos conflictos (Afganistán, Irak, Libia…).

La OTAN ha sido, desde su nacimiento, un instrumento de Estados Unidos para tener un pie en Europa y crear dependencia a los países de Europa occidental, a la vez que la utilizaba para mantener viva la amenaza hacia su tradicional enemigo geopolítico, Rusia, aun habiendo colapsado la Unión Soviética en 1991. No en vano, la OTAN, en lugar de disolverse como hizo el organismo militar Pacto de Varsovia, se expandió admitiendo en su seno a países fronterizos con Rusia, aprovechando su debilidad en los años 90. Algo que sin duda ha alimentado la retórica nacionalista y militarista rusa, que sustenta en gran parte un régimen de creciente carácter autoritario que de otro modo estaría abocado al fracaso. La amenaza de la OTAN es para el Kremlin el mejor argumento político para justificar su régimen y sus planes de expansión militar en la antigua área de influencia de espacio post-soviético.

Ya en 1991, el Secretario de Estado de George Bush, James Baker, prometió al líder soviético Mijaíl Gorbachov que, si Moscú permitía la reunificación alemana, la OTAN no se expandiría «ni una pulgada» más allá de la Alemania Occidental. Sin embargo, Polonia y otros países que habían pertenecido al antiguo Pacto de Varsovia ingresaron en la Alianza Atlántica.

La proximidad de la OTAN a territorio ruso y el mantenimiento de armas nucleares estadounidenses en Europa y Turquía es lógicamente percibida por Rusia como una amenaza a su seguridad. Parece razonable que el Kremlin pida que Washington se comprometa a impedir que la OTAN continúe expandiéndose hacia el este, lo que de hecho es uno de los puntos de la propuesta rusa de tratado con EEUU sobre garantías en seguridad.

Pedimos que la propuesta rusa de un tratado con EEUU sobre seguridad sea difundida, estudiada y tenida en cuenta, trabajando desde el diálogo y la diplomacia en vez de ceder a la opción “fácil” de la escalada militar. Esta y otras propuestas no pueden ser rechazadas de entrada por EEUU y la OTAN. Al margen de determinadas acciones absolutamente reprobables de Rusia, este país es quien ahora propone llegar a un acuerdo perfectamente asumible para rebajar la tensión y es la OTAN quien se niega.

Ni la UE, ni mucho menos España, han mostrado ningún atisbo de autonomía ni mucho menos responsabilidad, en su posicionamiento con respecto a la escalada belicista que se está dando en el Este del continente, que puede llevar a una guerra que nadie quiere y que sufriría la población civil. Y que solo beneficiará, como siempre, a una ávida industria militar, no solo europea y norteamericana, sino también rusa, que en el mejor de los casos se asegurará ingentes contratos por una carrera armamentística y un reforzado gasto militar con la excusa de una disuasión que lo único que hace es aumentar la probabilidad de un desenlace violento del conflicto.

Pedimos que el Gobierno español y la propia UE se sitúen en un necesario lugar de equidistancia entre los intereses geoestratégicos norteamericanos y rusos. Algo que no pasa por enviar armamentos ni apoyo militar al gobierno de Kiev, sino al contrario, buscando un rol de neutralidad que rebaje las tensiones militares -desligándose de la OTAN-, que les legitime para iniciar conversaciones con Rusia de manera directa, convocar a todas las partes a dialogar en una conferencia de paz que ponga fin al conflicto armado en Ucrania. España debe sumarse cuanto menos al camino abierto por el Gobierno alemán de apostar por vías no militares para favorecer una desescalada del conflicto y evitar la guerra.


Comunicado de La Coordinadora ⤵️

Una vez más, No a la guerra

Instamos al cese inmediato del conflicto desatado en Ucrania. Llamamos a todas las partes implicadas a retirar sus tropas de la zona, garantizar la desmilitarización y proponer soluciones a las causas que han generado este conflicto.

Nos solidarizamos con las personas que sufrirán directamente las graves consecuencias de la guerra. Los derechos humanos y la seguridad de las personas deben situarse en el centro de cualquier propuesta que se realice en este momento.

La comunidad internacional debe asumir su responsabilidad y contribuir al fin de esta situación de forma pacífica. España también.

Una vez más, la ciudadanía española se opone a la guerra: se han convocado múltiples movilizaciones en todo el Estado español para este fin de semana.

Lo decíamos hace un mes y volvemos a repetirlo: la guerra en Ucrania, como todas, tendrá graves consecuencias en la vida de la población civil. Manifestamos toda nuestra solidaridad con las víctimas de los ataques de esta madrugada, y con la población civil que ahora mismo teme por sus vidas.Llamamos a frenar la escalada militar y al cese inmediato de las hostilidades; todos los actores implicados en el conflicto deben poner freno a los ataques y posibles respuestas armadas, e iniciar de manera inmediata un proceso real de diálogo y paz que garantice el pleno cumplimiento del Derecho Internacional Humanitario. La garantía de los derechos humanos debe ser plenamente asegurada, así como la protección de la población civil, con especial atención a la infancia, de las infraestructuras civiles, las escuelas y los hospitales.

Antes de este conflicto, la situación ya era muy preocupante con casi tres millones de personas necesitadas de apoyo humanitario. Nuestras ONG en la zona y las organizaciones locales con las que trabajamos llevan semanas mostrando su preocupación ante un desenlace como el de hoy, y ante la posibilidad de un aumento drástico de las necesidades humanitarias. En cumplimiento del Derecho Internacional Humanitario, debe garantizarse la asistencia que realizan las agencias de Naciones Unidas y las organizaciones que trabajan con la población local; su trabajo debe ser garantizado en condiciones de seguridad.

Hoy más que nunca recordamos que si quieres la paz tienes que construir la paz. Muchas organizaciones sociales hacen un trabajo diario de largo recorrido  orientado a identificar y denunciar las causas reales y estructurales de este tipo de conflictos, a transformarlas para prevenir su surgimiento, a promover la desmilitarización de las mentes y a fomentar la cultura de paz. Como ONG de derechos humanos, paz y acción humanitaria, exigimos ser tenidas en cuenta en la política exterior. Reivindicamos nuestro papel como sociedad civil organizada en el fomento de la paz y la convivencia; una cuestión que debe ser tenida en cuenta de manera central en cualquier solución que se plantee.

Responsabilidad política

La comunidad internacional debe asumir su responsabilidad y contribuir a allanar el camino hacia la paz. Apelamos a la Unión Europea, en concreto a Josep Borrell como alto representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, a que realice un ejercicio de responsabilidad y ponga freno a la deriva belicista. El Gobierno de Pedro Sánchez, en coherencia con su defensa de la paz y la seguridad internacional, debe dar un paso al frente y apostar claramente por el fin del conflicto.

La guerra es el último y terrible paso de un camino de crecientes conflictos que deben ser frenados desde su origen. Por eso, defendemos el fomento de los procesos de prevención, de convivencia y de cultura de paz. Procesos que deben ser apoyados por los Estados y las instancias internacionales y que deben contar con el protagonismo de la sociedades civiles implicadas; especialmente, las mujeres, quienes a lo largo y ancho de todo el planeta y tal como reconoce la resolución 1325 de Naciones Unidas, han demostrado su enorme contribución a la paz.

La construcción y consolidación de la paz requiere de diálogo y de mucha paciencia, es un proceso complejo y de profundas transformaciones. Los diferentes agentes implicados en el fomento de la paz deben activar mecanismos innovadores que ayuden a consolidarla. En ese sentido, las sanciones económicas han demostrado que raras veces solucionan las causas y problemas estructurales de la guerra, y que pueden agravar el sufrimiento de la sociedad civil y aumentar la vulnerabilidad de las personas frente a la pobreza y desigualdades. Por eso, para revertir esta escalada bélica, deben ofrecerse alternativas pacíficas que garanticen los derechos humanos.

Llamamos a los medios de comunicación a realizar un ejercicio activo de responsabilidad para evitar la profusión de desinformación y propaganda; deben evitar el lenguaje bélico y huir de relatos sesgados. Hacemos igualmente un llamamiento a la ciudadanía para que tenga en cuenta que estamos en plena guerra de desinformación en los medios y el ciberespacio. Pedimos que haga un consumo crítico de la información y exija que el periodismo no sea de guerra sino de búsqueda activa de la paz, y facilite información rigurosa, ética y honesta que ayude a entender lo que está ocurriendo y a empatizar con el sufrimiento causado por la guerra.

Una ciudadanía que está a la altura 

Una vez más, la sociedad española defiende la paz. En múltiples lugares de todo el territorio se convocan movilizaciones en contra de la guerra y a favor de la paz, de la vida y en solidaridad con las víctimas. Animamos a la ciudadanía a participar en las diferentes convocatorias que están surgiendo en todo el territorio. Los gobiernos tienen que volver a escuchar nuestro clamor en la defensa de la paz como el único camino. La guerra es un callejón en el que siempre se quedan encerradas las de siempre.