Nuestro compromiso desde las Organizaciones territoriales de Entrepueblos

Joana M. Perelló – Activista de la OT EPMallorca y vocal de la Junta Directiva

Siempre me he considerado una persona activa, comprometida y vinculada de una manera u otra con el mundo del voluntariado con la idea, muy personal claro está, de hacer las cosas pensando no sólo en mí misma, sino en los demás y en el mundo en que vivimos. Y en este compromiso siempre he tenido tendencia a inclinarme por los más jóvenes y por los más vulnerables, tanto desde mi activismo como desde mi profesión.

En mi caso, ser voluntaria y activista ha acontecido una opción de vida incluso antes de que yo misma fuera realmente consciente de ello. Tomando las palabras de J.Mújica, «abrazarme a la vida, abrazarme a una causa», forma parte de mi «mantra» personal que me reafirma día a día en mis convicciones y con mi manera de hacer y estar en este mundo. Porque si no es así… ¿qué hacemos aquí?

Entiendo que vivir, más allá de cubrir mis necesidades básicas, implica cuestionarme mi manera de estar aquí en perjuicio de otras personas y territorios, ser crítica con lo que pasa a mi alrededor, identificar y señalar las causas y los responsables que provocan las injusticias y denunciarlo. Es aprender de los pueblos originarios su extraordinaria capacidad de vivir en armonía con la Madre Tierra respetándola, cuidándola y buscando el bien común, es construir desde lo colectivo para generar redes de apoyo mutuo… y es intentar buscar por encima de todo la coherencia personal para llevar un estilo de vida lo más acorde posible con unas opciones de consumo éticas y responsables, tropezando de vez en cuando con contradicciones que hay que aceptar y superar para seguir avanzando.

Y fue en este deambular cuando nos encontramos allá por el año 2000 en Mallorca un grupo de jóvenes que veníamos de caminos distintos pero que compartíamos las mismas inquietudes de querer vivir de manera comprometida por un mundo más justo y que teníamos un nexo en común, una persona que nos unió y que fue un gran maestro para todos nosotros, José Manuel. Él, recién llegado de Brasil después de muchos años conviviendo con los más desfavorecidos y acompañando movimientos como el MST, con su carisma y entusiasmo y con su gran espíritu crítico, nos confrontaba con la realidad haciéndonos cuestionar siempre las cosas para no quedarnos meramente como observadores, y nos hablaba de aquellas personas que allá hacían parte de la «tribu de hombres y mujeres que desde lo cotidiano, trabajan para humanizar la vida y para cuidarla, protegerla, defenderla y promoverla donde sea más necesario…», personas que hacen parte de la comunidad de Pere Casaldàliga.

Nosotros queríamos buscar nuestra propia tribu aquí y la encontramos en Entrepobles. La carta de presentación fue Mª Gabriela Serra, quien entonces era la coordinadora de la organización, y que nos transmitió con su empuje y energía el mensaje de compromiso que se escondía detrás de esta asociación. Nos convenció esta manera de entender la solidaridad internacional desde la cooperación entendida como estrategia de trabajo y de apoyo mutuo entre personas, organizaciones y movimientos sociales, con una responsabilidad social y de restitución. Y además, con el valor añadido que desde cada uno de los territorios cada OT tenía autonomía propia para canalizar la participación. Así pues, nos pareció el espacio idóneo para continuar caminando juntos y en el 2001 nos constituimos como organización territorial de EP en Mallorca.

En nuestra primera etapa priorizamos constituirnos formalmente, cohesionarnos como grupo y sobre todo formarnos, siempre respetando el ritmo y la implicación que cada cual podía aportar. A la vez, también teníamos ganas de conocer desde más adentro las entrañas de EP: cómo trabajábamos al otro lado, con quién, cómo nos veían… Y así, el verano del 2003, tuvimos la oportunidad de viajar a Cuba a conocer de cerca algunos de los proyectos que acompañábamos en relación a educación, agricultura y sanidad. Fue una experiencia muy enriquecedora, tanto como grupo como por lo que supuso comprobar de primera mano como EP entendía la solidaridad y la cooperación, promoviendo modelos de desarrollo que partían de las necesidades y capacidades locales, siempre acompañando desde la horizontalidad y con el apoyo mutuo. Progresivamente nos adentramos más en la organización, participando de las asambleas anuales, conociendo a compañeros y compañeras de otros territorios, pidiéndoles qué hacían, cómo se organizaban… empezando a establecer lazos de amistad y complicidad.

También el hecho de presentar proyectos de cooperación a nuestras administraciones públicas, ha sido una manera de ir conociendo nuestras contrapartes en Guatemala, Nicaragua, Ecuador, Brasil, Perú… haciendo el seguimiento y asumiendo un papel activo. Y en estos últimos años, formar parte de las comisiones de trabajo de nuestro plan estratégico, participar de los encuentros anuales con las diferentes OTs y de las escuelas de verano… completan este camino. Camino que fue sacudido de manera repentina en el 2006 con la pérdida de nuestro compañero y amigo José Manuel. El grupo se resintió mucho pero teníamos claro que debíamos continuar con el legado que él nos dejaba y que hasta el último día nos animó a seguir.

Y así llegamos donde estamos ahora, donde tenemos un papel más activo formando parte de la junta directiva, espacio donde verdaderamente te das cuenta del qué, cómo y por qué de nuestra organización. Participar de las juntas es toda una escuela de aprendizaje donde se mezclan las generaciones, se aportan experiencias vividas y nuevas ideas, y todo combinado acontece un trabajo en equipo y compartido con los voluntarios más activos de los diferentes territorios, los cooperantes y el equipo de la oficina técnica.

Personalmente, después de haber vivido experiencias como la de Cuba, la de Brasil conociendo las gentes de los campamentos y asentamientos del MST en la zona de la periferia de Sao Paulo, el voluntariado de un año en Perú acompañando a comunidades afectadas por las actividades extractivas defendiendo su derecho a decidir sobre sus territorios como pueblos originarios y el empujón de estas mujeres batallando a primera fila para luchar por sus derechos, y más recientemente la vivencia de haber participado en la Caravana Abriendo Fronteras a Melilla para denunciar la vulneración de los DDHH de las personas en movimiento en Europa… me reafirman en el mantenimiento que la lucha y la defensa por nuestros derechos humanos y sociales no la podemos hacer solas, sino desde la mirada global y la acción local.

Por eso desde EP entendemos que para la verdadera sensibilización y para hacer incidencia social y política para transformar las causas que generan las injusticias, hay que trabajar desde redes locales, nacionales e internacionales. Y concretamente en Mallorca, esto lo hemos hecho siempre vinculadas con otras colectivos de nuestro territorio con los cuales compartimos objetivos comunes, como por ejemplo en el Foro Social de Mallorca y la Asamblea de Movimientos Sociales, en la Plataforma contra los Tratados de Comercio e Inversión, con la Red por la Soberanía Energética, con MBM para parar las prospecciones en nuestro mediterráneo… A la vez también damos apoyo colaborando en campañas relacionadas con la defensa del territorio frente al turismo entendido ya como otra «actividad extractiva» de este mundo occidental.

Y llegadas aquí, en el 30 aniversario de EP, casi diecisiete años después de habernos constituido en Mallorca, el grupo se ha mantenido y seguimos, cuidándonos unas a las otras, y manteniendo la firmeza del compromiso de seguir trabajando para transformar y denunciar este capitalismo depredador, resistiendo e impulsando un mundo en condiciones de justicia para todas. Tenemos claro que EP es el lugar, es el espacio desde donde podemos levantar la voz y visibilizar todas estas causas y luchas… Es donde queremos estar y seguir estando durante muchos años más…