¿Dónde están los 4 activistas garífunas desaparecidos en Honduras?

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¡NO A LA PERSECUCIÓN Y ASESINATO DE LOS LÍDERES GARÍFUNA!

¡APARICIÓN CON VIDA YA! 


La comunidad Garífuna de Honduras, que vivimos fuera del país, reclamamos el cese de los actos de persecución que en los últimos años se han ido agudizando en nuestra contra. Exigimos explicaciones sobre las muertes y desapariciones de nuestros líderes y repudiamos las negociaciones gubernamentales relacionadas con nuestros territorios, que no respetan la Consulta Libre, Previa e Informada. Así mismo, demandamos que se esclarezcan los actos en contra de nuestro ecosistema y rechazamos la persecución y campaña de terror dirigida a toda la comunidad Garífuna.

 

El pasado 18 de julio se registraron las desapariciones de Alberth Snider Centeno Tomás, presidente del patronato de Triunfo de la Cruz por parte de la Organización Fraternal Negra Hondureña (OFRANEH), Suami Aparicio Mejía García, Gerardo Mizael Rochez Cálix y Milton Joel Martínez Álvarez, miembros de la OFRANEH, y una quinta persona, Junior Rafael Juárez Mejía.

La directora para las Américas de Amnistía Internacional, Erika Guervara Rosas, ha explicado que “de comprobarse que la privación de libertad de estas personas fue cometida por agentes del Estado, estos hechos podrían configurarse como una desaparición forzada. Esto sería una grave violación de derechos humanos y un crimen bajo el derecho internacional que no puede quedar impune”.

La Red Nacional de Defensoras de los Derechos Humanos en Honduras asegura que hubo habitantes de la zona que detectaron la presencia de cuatro hombres sin identificar vertiendo sustancias químicas en una laguna de la zona la noche anterior. Señalan al Estado hondureño como responsable de un atentado contra la biodiversidad garífuna y “también contra la vida de las comunidades que escasean de alimentos y fuentes de agua en medio de la crisis humanitaria generada por la COVID-19”.

«Tenemos mucho miedo que este caso termine siendo como el de Berta Cáceres -dice Miriam Miranda, coordinadora de la Organización Fraternal Negra de Honduras (OFRANEH), en una entrevista a Radio Mundo Real-, en el sentido de presentar a presuntas personas que hayan podido participar en este hecho, y cerrar el caso rápidamente».

«No permitamos que pase lo mismo: que solo juzguen a presuntos autores materiales; queremos saber quién dio la orden para estos secuestros y desapariciones en una comunidad como Triunfo de la Cruz, que cuenta desde 2015 con medida cutelares de la CIDH y una sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos».

En Sambo Creek ha habido represión policial contra los manifestantes. Las autoridades han cargado con gas lacrimógeno. Por otro lado, las movilizaciones están siendo constantes en Tegucigalpa y en San Pedro Sula.

#SusVidasSonNuestrasVidas #LasVidasGarífunasImportan


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¡NO A LA PERSECUCIÓN Y ASESINATO DE LOS LÍDERES GARÍFUNA!

¡APARICIÓN CON VIDA YA! 

Ni la pandemia ni el estado de sitio frenaron a los pueblos en movimiento

El año previo a la pandemia, fue uno de los más ricos y prometedores protagonizados por los pueblos en movimiento en América Latina

Son bien conocidos los grandes hechos, como el levantamiento indígena y popular en Ecuador en octubre, el estallido en Chile desde noviembre, la oleada de movilizaciones en Colombia como no se conocían desde hacía mucho tiempo, además del protagonismo popular en Haití y Nicaragua, precedidos por las Jornadas de Junio de 2013 en Brasil y las de diciembre de 2017 en Argentina.

En agosto de 2019 el zapatismo anunció su tercera expansión. Pese a que las comunidades, municipios autónomos y juntas de buen gobierno están rodeadas por la mitad del ejército mexicano, las bases de apoyo zapatistas han conseguido romper el cerco ampliando sus territorios y multiplicando espacios de resistencia. En un comunicado librado el 17 de agosto y firmado por el subcomandante Moisés, indígena convertido en vocero del movimiento, anuncia la creación de siete nuevos caracoles y cuatro municipios autónomos, que se denominan en adelante “centros de resistencia autónoma y rebeldía zapatista”.

Lo más importante es que varios de esos centros se encuentran más allá de la zona de control tradicional del zapatismo, mientras otros son linderos y refuerzan la presencia que tienen en la región histórica desde el alzamiento de 1994, cuando recuperaron cientos de miles de hectáreas de los grandes terratenientes. Ahora ya suman 43 centros zapatistas.

Entre las acciones menos visibles pero no menos profundas, quisiera destacar que en 2019 se creó la Guardia Indígena Comunitaria “Whasek” Wichi en el Impenetrable, en el Chaco, Argentina. Desde 2015 funciona el Gobierno Territorial Autónomo de la Nación Wampis, en el norte del Perú, que abarca 22 comunidades y más de un millón de hectáreas con 15 mil habitantes. El mismo camino comienzan a recorrer otros tres pueblos amazónicos.

La lucha de los tupinambá del sur de Bahía (Brasil), les permitió recuperar 22 haciendas y miles de hectáreas, pese a la represión y las torturas a sus dirigentes (Fernandes, 2013). El pueblo mapuche en el sur de Chile ha recuperado 500 mil hectáreas por acción directa desde la década de 1990, cuando se restauró la democracia para arrinconarlos con la aplicación de la ley antiterrorista heredada de la dictadura de Pinochet, pero luego aplicada igualmente por gobiernos progresistas y conservadores (Zibechi, 2020a).

A estas experiencias podemos sumar cientos y quizá miles de comunidades autogestionadas en toda América Latina. Los estudios más afinados muestran que aproximadamente la mitad del territorio latinoamericano está en disputa entre el capital transnacional y los pueblos, como enseñan los trabajos del Instituto para el Desarrollo Rural de Sudamérica. Una verdadera guerra por la tierra y el territorio que atraviesa cinco siglos y se ha intensificado en las últimas décadas al calor de la acumulación por desposesión.

Lo cierto es que a fines de 2019 los pueblos estaban a la ofensiva, en toda la región En primer lugar, es necesario destacar el nuevo papel de las mujeres y, muy en particular, de las mujeres de los sectores populares, mestizas, negras, pobres. En segundo lugar, es notable el crecimiento del activismo popular, rural y urbano, campesino, negro, indígena y de las periferias urbanas.

Desde que la pandemia de coronavirus impuso un corte a los procesos y a los movimientos latinoamericanos, éstos continúan por otros canales, de otros modos y maneras de actuar. Quisiera abordar brevemente las cinco características más destacadas que observo en la acción colectiva entre marzo y mayo, luego de intercambiar con movimientos de casi todos los países sudamericanos, de México y El Salvador.

El primer aspecto es que se produce un viraje hacia adentro. Quizá el movimiento que mejor lo exprese sea el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), con su lema de Una Minga hacia Adentro. Mientras la Guardia Indígena efectúa el control territorial, cerrando el paso a las personas y vehículos no autorizados por los cabildos, la minga hacia adentro coloca en primer plano la medicina tradicional y la armonización de las personas en el territorio.

Las emisoras indígenas se han vuelto estratégicas y claves de este proceso, ya que siguen las instrucciones de las autoridades territoriales. La ritualidad indígena permite enfrentar la pandemia al combinar los cuidados con sus plantas medicinales y armonizar a las personas con la tierra y el territorio. Se acude a los lugares sagrados, las lagunas y los páramos para revitalizar los sahumerios, recoger las plantas ceremoniales y hacer los fogones en las comunidades.

A la vez, se trabaja para fortalecer la comunidad, las autoridades propias y las asambleas, entendiendo que el cuidado de la salud  en los pueblos originarios tiene un fuerte carácter colectivo, no individual como en las ciudades. Caminos similares a los del CRIC se pueden constatar entre las bases de apoyo del EZLN en Chiapas, entre pueblos amazónicos como el Gobierno Autónomo de la Nación Wampis, entre muchos otros.

En las ciudades se funciona de forma diferente, anteponiendo el barrio a la vivienda familiar. En particular en las villas de Buenos Aires y en las favelas de Rio de Janeiro, la consiga de “Quédate en casa” no puede funcionar, por la precariedad y el hacinamiento, y porque los sectores populares sobreviven en base a la venta ambulante y otras formas de informalidad o economía popular, algo que no pueden hacer si permanecen encerrados en sus casas. Por eso se impuso la propuesta de “Quédate en el barrio”, haciendo del espacio colectivo el centro de la sociabilidad popular.

La segunda tendencia de los movimientos es la profundización de la autonomía alimentaria. En todas las experiencias registradas, se constata un retorno a la tierra, un intento por construir huertas colectivas autogestionadas de carácter orgánico, en particular en las periferias urbanas. Puede decirse que constituye, a la vez, un intento por superar las consecuencias económicas de la pandemia, pero también un deseo de hacerlo en colectivo, rompiendo el asilamiento individual-familiar impuesto por el Estado.

Aún es pronto para saber si estas iniciativas perdurarán más allá de la emergencia, pero parecen formar parte de un deseo de amplios sectores por abandonar la gran ciudad para “vivir mejor”, como están haciendo con miles de migrantes andinos en Lima (Zibechi, 2020c). Algunos movimientos –como zapatistas y nasa- recomiendan a sus bases no sólo la intensificación de la producción de alimentos, sino también la diversificación, como forma de asegurar mínimos niveles de autonomía.

La tercera es la creciente territorialización de las resistencias. Lo más novedoso, es la aparición de una multiplicidad de iniciativas urbanas, como las 200 asambleas territoriales formadas al calor del estallido en Chile. Durante la pandemia y el estado de sitio, unas cuantas asambleas optaron por poner en pie redes de abastecimiento por fuera del mercado, contactando directamente con los productores. Más sintomático aún, es la formación ya antes de la pandemia pero profundizada ahora, de una red de abastecimiento feminista, con lo que puede decirse que el movimiento de mujeres también tiende, lentamente, hacia el arraigo territorial. En las periferias urbanas, como sucede en Temuco (Chile) y en Montevideo (Uruguay), miles de personas ocuparon tierras para construir viviendas, en lo que supone un desafío frontal a la propiedad privada y al Estado.

Los movimientos indígenas son los que con mayor vigor encararon la delimitación y defensa de sus territorios. El EZLN en sus 43 espacios en Chiapas, cerró los caracoles dejando a las comunidades el manejo de las decisiones concretas. La Guardia Indígena del Cauca, por su parte, controla setenta puntos de entrada y salida de sus territorios con alrededor de siete mil guardias que se rotan en la tarea. Muchos campesinos bloquearon en toda América Latina el ingreso y salida de sus pueblos, para asegurarse que el virus no ingresa en las comunidades.

El cuarto aspecto a destacar es la profundización de los vínculos abajo-abajo. El apoyo de los sindicatos uruguayos a las ollas populares en los barrios periféricos, las donaciones de alimentos de productores rurales a los pobladores urbanos, son apenas una muestra de cómo durante la pandemia se están estrechando vínculos entre pobres rurales y urbanos. Quizá la acción más llamativa, por la explicitación de la solidaridad, sea la de los Bañados de Asunción. Decenas de ollas populares funcionan bajo el lema “El Estado no nos cuida. Los pobres nos cuidamos entre pobres”, en un amplio trabajo solidario que conecta estudiantes y profesionales con pobladores organizados que viven en la mayor pobreza.

Por último, se puede constatar el retorno y la potenciación de prácticas ancestrales por fuera del mercado capitalista. Entre las poblaciones campesinas e indígenas de Bolivia, Colombia y México, se constata la generalización de prácticas de trueque. Se realizan ferias de trueque en puntos y días previamente acordados, sin moneda, pero no se intercambian equivalencias sino que cada quien lo hace en base a la necesidad. Estamos ante prácticas que se realizan desde hace mucho tiempo, pero que en medio de la emergencia sanitaria cobran un doble sentido de resistencia colectiva y de alternativa al capitalismo.

Raul Zibechi. Escritor y pensador – activista (Uruguay)

 

Con la democracia en cuarentena. Anticipando la post-pandemia

Se movió el piso. Las certezas se desvanecen. Las incertidumbres nos envuelven. El futuro aparece más difuso que antes. Lo cierto es que pandemias de todo tipo, no solo la sanitaria derivada del coronavirus (Covid-19), acosan a la sociedad humana. La pregunta es si sabremos transformar tanta amenaza y riesgo en oportunidades para una gran transformación.

Preocupante resulta ver que a medida que se desarma lo existente, comienza a organizarse un nuevo régimen, que, por lo pronto, parece que recupera lo peor del viejo… y en esta recuperación del pasado, causante de tantas pandemias, la tentación autoritaria está cada vez más presente. Y es probable que, pasado lo peor de la pandemia, se siga persiguiendo perversamente la promesa -de imposible cumplimiento- del desarrollo y del generalizado bienestar, sacrificando a millones de seres humanos y por cierto a la Madre Tierra… hasta que nos enfrentemos con la próxima pandemia.

“En estos momentos de crispación, hace falta serenidad, reflexión y sopesar razones.
De cómo salgamos del hoy, va a ser el mañana”
Julio Anguita, 4 de mayo del 2020

Los sacudones de la democracia antes del coronavirus

En América Latina, si se me permite poner la lupa en esta región, hasta hace poco registrábamos sociedades en movimiento que copaban calles y plazas con sus múltiples revueltas y resistencias, declinando el verbo democracia en todos sus tiempos.

El fin del año 2019 pasará a la historia por sus múltiples rebeliones populares en contra de diversas y crecientes desigualdades, y de la imparable destrucción de la Naturaleza. El peso de las estructuras clasistas, patriarcales, xenófobas y racistas acompañó y desató las frustraciones de amplios grupos -en especial de la juventud- movilizados sin nada que perder, pues hasta el futuro se les ha robado…

A esta lectura cabría agregar los problemas nacidos de las propias contradicciones del capitalismo periférico, bajo las cuales los países latinoamericanos son constantemente empujados a perpetuar su carácter de economías primarias exportadoras, siempre vulnerables y dependientes. Violencias, corrupción y autoritarismo -en gobiernos neoliberales y “progresistas”, no confundirlo como de izquierda- acosan a la democracia. Tanta brutalidad no es una mera consecuencia de los extractivismos, sino una condición necesaria para su cristalización. Y todo enmarcado en acciones propias de los imperialismos, a los que pocas veces se incorpora en los análisis.

Entender tal complejidad no es fácil. La fuerza de las movilizaciones de fines del 2019 fue enorme, pero no necesariamente presentaron claras opciones de cambio, aunque quizás abrían horizontes nuevos para la disputa del sentido histórico, sobre todo en el caso chileno. Además, las amenazas que ya envolvían a estos procesos eran mayúsculas. Basta constatar las sombras de la militarización de la política que ya entonces asomaron como constante en varios rincones de Nuestra América. Con las cuarentenas se han vaciado las calles y se ha puesto, por lo pronto, en cuarentena a la democracia.

La democracia jaqueada por los efectos del coronavirus

El coronavirus nos confronta con una realidad que se ha venido acumulando desde hace décadas y sobretodo en el último tiempo. Y esa realidad responde, más allá de lecturas inspiradas en el complot y de una avalancha de interpretaciones sobre la pandemia, a un proceso de destrucciones múltiples fraguado por los seres humanos en el marco del “capitaloceno”, responsable del colapso climático en marcha. Además, la misma recesión económica, que ya nos presionaba antes del coronavirus, resulta de esa lógica infernal de acumulación incesante del capital. Y así, esta convergencia de pandemias agudiza los problemas y nos enfrenta a una crisis multifacética en extremo compleja que nos convoca a pensar y actuar.

Protestas contra el paquetazo. (Cuenca, Ecuador). Fuente: portaldiverso.com

Puntualicemos algunos elementos clave. El coranavirus desnuda varios temas, muchos de ellos ya conocidos. El Covid-19 demuestra la profundidad de las desigualdades: a más de los graves problemas sanitarios, explotan agravados muchos otros problemas sociales: el hambre, la miseria, la inequidad, la marginalidad. El coronavirus, al demostrar la lógica del poder, sirve para exacerbar los temores y las aberraciones: se ha organizado un plan de guerra para vencer a un “enemigo invisible”, en clave de “chivos expiatorios”: migración y coronavirus caminan de la mano exacerbando la xenofobia.

En ese crispado escenario, el Estado retorna. A primera vista, esto resulta hasta deseable. Crece el reclamo para que el Estado asuma tareas sociales, pues en muchos países se las había dejado librados a lógicas mercantiles, la salud sobretodo. Lo grave es que, simultáneamente se consolida un Estado autoritario: hay que disciplinar a la sociedad para controlar la pandemia, es el mensaje. La cuarentena, más allá de su utilidad para frenar el contagio, implica una restricción de derechos. También asoma un Estado que, una vez más, luego de un largo interregno neoliberal, asume su papel como empresa de reparaciones del sistema, apuntalando a las grandes empresas, para que a la postre todo siga igual. Este retorno del Estado implica, entonces, la búsqueda de seguridad para mantener el statu quo, sobre todo cuando lo que se pretende es atravesar este complejo momento y retomar a la a-normalidad anterior.

La tentación del autoritarismo tecnológico chino es enorme. “El gran hermano” de George Orwell, transformado en “el estado tecnototalitario perfecto”, de Franco Berardi Bifo, asoma como una realidad cada vez más aterradora. Estados con rasgos fascistas y de exacerbados nacionalismos pueden consolidarse en muchos países. A la par, en América Latina y en otras latitudes, contando con el concurso estatal, se perfilan más neoliberalismo, más extractivismos, es decir más flexibilización laboral y ambiental para ser competitivos y recuperar el tiempo perdido. Al finalizar la pandemia habrá más ricos: las farmacéuticas, las grandes empresas que suministran y comercializan los alimentos, por ejemplo. También habrá más pobres. Y es muy probable que, dependiendo de como salgamos de ella, haya menos democracia…

La democracia de la Tierra, un paso imprescindible

Un par de reflexiones adicionales. Ojalá se entienda que la cuestión ambiental ha sido núcleo fundamental en los crecientes conflictos en el mundo entero. Esta pandemia del Covid-19 no surge de la nada, no es el producto de un simple complot. La pandemia nos confronta con una realidad socioecológica que se ha venido deteriorando aceleradamente desde hace unas siete décadas por lo menos, pero aún con más ferocidad en el último tiempo. Y en este complejo escenario, como lo hemos anotado, a la democracia se le enfría… dirán inclusive, sin sonrojarse, que para protegerla.

El reto no se resuelve de la noche a la mañana. Defender y fomentar la democracia en todos los ámbitos de acción estratégica -desde lo local a lo global-, con un proceso de permanente radicalización, sigue siendo el camino para sociedades respetuosas de la diversidad, de la igualdad y la libertad. Es más, no podrá haber paz entre los humanos si simultáneamente no transitamos hacia la paz con la Naturaleza. Y eso nos invita a sintonizarnos con la democracia de la Tierra para construir sociedades basadas en la justicia social, la democracia radical descentralizada y la sustentabilidad ambiental.

Las mujeres exigen justicia (Chiapas) Foto: Andrea Murcia. Fuente: cuartoscuro.com

Los elementos básicos de dicha democracia radican en la relación armoniosa con la Madre Tierra, reconociendo que todos los seres vivos tienen un valor intrínseco, independientemente de si tienen o no alguna utilidad para los seres humanos. La diversidad biológica y cultural es la base de esa forma de democracia raizal, que no puede más apuntar hacia la uniformización productiva, cultural e incluso política. La sustentabilidad pensada en clave de las futuras generaciones obliga a priorizar los bienes de subsistencia básica, asegurando salud, alimentación y vivienda como derechos, no más como mercancías. Otra economía es un reto imperioso a partir de la diversidad, la sostenibilidad y la pluralidad, potenciando lo local a partir de las nacesidades, demandas y decisiones locales: desde barrios y comunidades en primer lugar. Los saberes ancestrales en estrecho diàlogo con los conocimientos científicos deben hacer realidad la convivialidad de relaciones sociales, económicas y políticas, inclusive tecnológicas.

Eso demanda generar transiciones desde miles y miles de prácticas alternativas existentes en todo el mundo, orientadas por horizontes utópicos que propugnan una vida en armonía entre los miembros de la Humanidad y de estos con la Naturaleza, aprendiendo de formas de vida indígenas, plasmadas en los buenos convivires, y de todas esas otras opciones de existencias dignas que van configurando el Pluriverso.

Sin minimizar las acciones a nivel estatal, todo indica que el gran impulso surgirá con acciones desde abajo, desde barrios y comunidades. Una faena que no puede ser en ningún caso romantizada en tanto emerge desde la misma brutalidad del mundo capitalista. Se trata de una construcción y reconstrucción paciente y decidida, que empieza por desmontar varios fetiches -particularmente económicos, empezando por el imposible crecimiento en un mundo finito y por los destructores extractivismos- y en propiciar cambios radicales, desde experiencias existentes o desde imaginarios a ser transformados en realidades. Y eso nos conmina a desbaratar las bases patriarcales y coloniales del capitalismo, con lo cual inexorablemente se desmoronará esta civilización de la desigualdad y la violencia.

Esa tarea demanda conjugar la democracia en todas sus formas. Subvertir la institucionalidad dominante es el primer paso para construir redes de resistencia y re-existencia con las que -sin pedir permiso- se potencie y se radicalice la democracia en la vida de los pueblos. En la medida que la pandemia deviene en pandemonio, ¿cuál es el potencial real de cabio de rumbo? ¿Volverán las masas a llenar las calles hoy vacías por la pandemia? El momento, a pesar de todas las amenazas que se ciernen, aparece como inmejorable para disputar el sentido histórico de una gran transformación socioecológica.-

Alberto Acosta

Economista ecuatoriano. Profesor universitario. Ministro de Energía y Minas (2007). Presidente de la Asamblea Constituyente (2007-2008). Candidato a la Presidencia de la República del Ecuador (2012-2013). Compañero de lucha de los movimientos sociales.

18 de mayo del 2020

Después de la pandemia ¿Podremos construir nuevos paradigmas para la sostenibilidad de la vida?

El 8 de marzo del 2020 enormes manifestaciones muestran la potencia del movimiento feminista. La coreografía del colectivo Las Tesis de Chile recorre el mundo dando voz a un saber colectivo: “el patriarcado es un juez que te juzga por nacer”. Sin embargo una semana después el Cononavirus impuso el distanciamiento social obligatorio en algunos países, voluntario en otros, las voces colectivas en la calle se silenciaron momentáneamente.

Esta no es la única pandemia que ha vivido la humanidad, pero si es la primera que paraliza y encierra a millones de personas en sus casas con terribles consecuencias para los sectores más desprotegidos de las sociedades. La pandemia ha puesto en evidencia las desigualdades estructurales generadas por el capitalismo pero también ha impactado de forma generalizada los empleos de millones de personas creando situaciones dramáticas.

Como dice Maristella Svampa:

Hoy leemos en numerosos artículos, corroborados por diferentes estudios científicos, que los virus que vienen azotando a la humanidad en los últimos tiempos están directamente asociados a la destrucción de los ecosistemas, a la deforestación y al tráfico de animales silvestres para la instalación de monocultivos. Sin embargo, pareciera que la atención sobre la pandemia en sí misma y las estrategias de control que se están desarrollando no han incorporado este núcleo central en sus discursos. Todo eso es muy preocupante. (Nueva Sociedad abril 2020).

La disputa simbólica se instala en el escenario político y según cómo analicemos las causas, podremos imaginar las salidas pos pandemia. Para las feministas argentinas Veronica Gago y Luci Caballero, es necesario poner en acción las claves de lectura que produjo el feminismo, ya que permite comprender el futuro que se está haciendo ahora mismo. 

¿O alguien se imagina qué sería esta pandemia sin la previa politización de los cuidados, sin la militancia por el reconocimiento de las tareas de reproducción y la valorización de las infraestructuras de trabajos invisibilizados, sin la denuncia del endeudamiento público y privado, sin la contundencia de las luchas anti-extractivistas para defender los territorios del saqueo de las corporaciones?” Revista Anfibia 2020

Es una politización que surge de miles de prácticas, situadas, parciales, que se nutren de campos teóricos a veces contradictorios y sujetos a revisión, pero que han abierto interpelaciones sustanciales. Por ello las autoras alertan sobre lo que no nos ayuda a pensar y a posicionar las prácticas colectivas; “hay dos lugares de enunciación que no nos resultan eficaces. Una rápida partida de defunción para el capitalismo (que incluye desde un editorial del Washington Post pasando por teóricos consagrados) o, en contrapunto, una insistencia en que la pandemia confirma el control capitalista totalitario sobre la vida”. Ibem.

Desde el pensamiento feminista y en particular desde el eco feminista se construye la articulación con el pensamiento ecologista para imaginar nuevas formas de producir, consumir y habitar.

QUEDATE EN CASA ha sido el lema para enfrentar la pandemia en la mayoría de los países, una “casa” que cuando existe es una prisión para muchas mujeres, niñas y niños. Los impactos serían aun peor si no fuera por la desobediencia al “QUEDATE EN CASA” que practican las personas solidarias con el dolor ajeno, organizando ollas populares, armando canastas de alimentos y construyendo con sus acciones, entramados desde abajo de solidaridad y cuidado.

Cuando salgamos del encierro, sin duda el mundo no será el mismo. La pandemia muestra la desigualdad capitalista de forma brutal y dolorosa, a pesar de los paliativos estatales, siempre escasos para la devastación que se produce. Los efectos aún no lo evidencian pero ya se perciben transformaciones laborales (tele-trabajo) que anulan los límites de la jornada laboral en aras de la libertad de elección y habilita pérdidas de derechos sociales y reducción del numero global de ocupados en el mercado de trabajo. Hay coordenadas de los debates sociales que cambiaron radicalmente volviendo más urgente y perentorios los cambios de nuestras prioridades. Suely Rolnik en diálogo con Negri y Hart, Deleuze y Guattari señala que

la fuerza vital de la cual se alimenta el capitalismo ya no se reduce a su expresión como fuerza de trabajo , lo que implica una metamorfosis radical de la propia noción de trabajo. Eso se acompaña de una paulatina dilución de la forma del Estado democrático de derecho, de la cual dependían leyes laborales propias del régimen en su versión anterior” Rolnik 2019: 27

Aparece con descarnada perentoriedad la necesidad de reestructurar el campo del deseo con prácticas que desestabilicen las formas dominantes de la subjetivación. Rolnik hace una cartografía de las esferas de la insurrección a recorrer para descolonizar el inconsciente y dar espacio a los “embriones de mundos que habitan los cuerpos”. Esos “embriones de mundo” se expresan en los modos de producir y consumir, en las formas de relacionarnos, en las esferas de la micropolítica de territorios que producen sinergias colectivas que acogen y cuidan.

¿Como construir una agenda que ponga en jaque al capitalismo?  Como pocas veces, la pandemia nos impulsa a dejar de mirar el Estado, los mercados, la familia, la comunidad, con lagañas tradicionales. A la luz de nuestra vulnerabilidad social y nuestra condición humana, como seres inter y ecodependientes, debemos repensar en una reconfiguración integral, esto es, social, sanitaria, económica y ecológica, que tribute a la vida y a los pueblos. Svampa, Viale 2020

Territorios feministas

En el pos pandemia aparece como urgente desplegar espacios colectivos autónomos, re-inventando resistencias a la cultura capitalista en todas sus manifestaciones consumistas, individualistas, violentas, racistas, colonialistas, y patriarcales y explorar el espacio de la invención política creativa escapando también al juego político del estado y de la representación. Ello no implica desatender la crítica, o el cuestionamiento a las formas tradicionales de la política y los Estados, pero solo reconstruyendo acción política desde la comunidad, podremos construir formas de vivir más cercanas a un imaginario transformador. Transformar las formas de producir y consumir es una manera de territorializar el feminismo para producir otras formas de habitar y fortalecer esas esferas de la insurrección desde lo micro. Las nuevas expresiones feministas crean “mercadas virtuales”, ferias, permacultura, huertas urbanas, mercados de trueque, experiencias de gestión sostenible en materia política y ambiental que fortalecen esferas de economías alternativas y autogestión. Extender y profundizar esas experiencias es una alternativa para enfrentar la crisis que deja el coronavirus. con economías desarrolladas desde los territorios que pueden contribuir a una democratización desde abajo, modificando prácticas de consumo para desarrollar una nueva relación con la naturaleza.

El cuidado para la sostenibilidad de la vida

Las necesidades cotidianas básicas, como alimentarnos, vestirnos, cuidar a los niños o a los enfermos, darnos afecto, reconocimiento y solidaridad, son el centro de la vida cotidiana de las personas. La reproducción de la vida es realizada mayoritariamente por mujeres, que son quienes han garantizado los cuidados y afectos necesarios. La teoría feminista ha colocado el foco en esta relación, abriendo la posibilidad de analizar íntegramente la sociedad. La despatriarcalización de la vida pasa por asumir el cuidado como un eje central del sostenimiento de la vida humana y no humana. Carrasco señala que:

“centrarse explícitamente en la forma en que cada sociedad resuelve sus problemas de sostenimiento de la vida humana ofrece, sin duda, una nueva perspectiva sobre la organización social y permite hacer visible toda aquella parte del proceso que tiende a estar implícito y que habitualmente no se nombra” (2003:12).

En la propuesta de “Nuevo pacto social verde” que plantean Svampa y Viele1 para la pospandemia se señala como uno de los 5 ejes del pacto social la construcción de sociedades ligadas al paradigma del cuidado. Este paradigma se basa en el reconocimiento de la interdependencia entre las personas y la ecodependencia con la naturaleza. Priorizar como política el fortalecimiento de los sistemas de cuidado y los sistemas de salud públicas son urgencias tanto a nivel nacional como global. Se trata de llevar los cuidados y la reproducción de la vida a amplios sectores de las comunidades y de la sociedad. Incorporar estas dimensiones en las organizaciones sociales, sindicatos, cooperativas y todo tipo de organización social al mismo tiempo que impulsar la demanda de un Sistema de Cuidados como política pública. Las prácticas sociales deben expandirse mas allá del estado, para hacer posible campos relacionales guiados por por principios éticos para la construcción del “común”. La economista feminista Natalia Quiroga señala que la interacción entre la economía social y popular pospatriarcal y la economía feminista deben centrar sus prácticas en una economía para la vida. Una economía que nos cuide. (Quiroga 2019). Por otra parte Yayo Herrero convoca a resignificar el concepto de sostenibilidad incorporando relación armónica entre humanidad y naturaleza. Existen propuestas y directrices para comenzar a ensayar transiciones socioecológicas hacia otro modelo de economía y organización social.

Hay que desear hacerlo.

Lilian Celiberti – Cotidiano Mujer (Uruguay)

BIBLIOGRAFIA

CARRASCO, Cristina. La sostenibilidad de la vida humana ¿un asunto de mujeres? Icaria Editorial: Barcelona, 2001 a.

CARRASCO BENGOA, Cristina; DÍAZ CORRAL, Carmen. Editoras. Economía feminista: desafíos. Propuestas, alianzas. Entrepueblos: Barlenona, 2017.

GAGO, Verónica, CABALLERO Luci, Deuda, vivienda y trabajo: una agenda para la pospandemia- Revista Anfibia. Marzo 2020

HERRERO, Yayo Economía ecológica y Economía Feminista: un diálogo necesario.en Economía feminista: desafíos, propuestas, alianzas. Entrepueblos: Barcelona, 2017. 121

PEREZ OROZCO, Amaia. ¿Espacios económicos de subversión feminista? en Economía feminista: desafíos, propuestas, alianzas. Entrepueblos: Barcelona, 2017. 132

QUIROGA; Natalia, Economía Pospatriarcal. Lavaca, bueno Aires, 2019

ROLNIK Suely, Esferas de la insurrección. Apintes para descolonizar el inconsciente. Tinta Limón, Colección Naciones Comunes. Buenos Aires 2019

SVAMPA, Maristella, VIALE, Enrique, Nuestro Green New Deal. Revista Anfibia. Argentina Mayo 2020

1 Nuestro Green New Deal- Revista Anfibia. abril 2020

Más de 200 organizaciones rechazamos el acuerdo comercial entre la UE y Mercosur

Más de 200 organizaciones de la sociedad civil, entre ellas Entrepueblos, Ecologistas en Acción e Ingeniería sin Fronteras, hemos firmado una petición dirigida a los gobiernos de los Estados miembros, a la Comisión Europea y al Parlamento Europeo para que rechacen el Acuerdo de Asociación entre la UE y los países integrados en el Mercosur (Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay).

Aunque la idoneidad del tratado ha sido puesta en duda desde su conclusión en junio de 2019 por diferentes gobiernos, parlamentos nacionales y regionales en la UE y, recientemente, por el Gobierno argentino de Alberto Fernández, la presidencia alemana de la UE parece dispuesta a continuar con el proceso de firma y ratificación.

Para las organizaciones firmantes, este acuerdo comercial supondrá la aceleración de la destrucción medioambiental y la crisis climática, el aumento de las violaciones de derechos humanos y de la impunidad, y un impulso al modelo agropecuario orientado a la exportación que perjudica campesinado tanto en la UE como en el Mercosur.

La campaña estatal No a los Tratados de Comercio e Inversión ha entregado una carta firmada por más de 200 organizaciones de toda Europa a la Ministra de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación y a todos los europarlamentarios y europarlamentarias españoles. Demandan que rechacen el tratado comercial entre la UE y Mercosur en el Consejo Europeo y el Parlamento Europeo respectivamente.

La conclusión de este tratado comercial, las negociaciones se prolongaron durante 20 años, fue anunciada en junio de 2019. Desde entonces se han sucedido las críticas al texto del acuerdo por parte de gobiernos como los de Francia o Irlanda, especialmente después de la ola de incendios en la Amazonia en agosto del pasado año y la gestión política de la crisis por parte del Gobierno brasileño. En los últimos meses los parlamentos de Austria, Países Bajos y la región belga de Valonia han aprobado mociones de rechazo al tratado.

Sin embargo, el Gobierno alemán, que presidirá la UE en el segundo semestre de 2020, parece decidido a ignorar este creciente malestar en torno al acuerdo con Mercosur y continúa con el calendario previsto para su firma y ratificación. El Gobierno español se ha mostrado hasta ahora también claramente favorable al tratado.

Las organizaciones firmantes de la petición consideramos que este tratado comercial tendrá consecuencias negativas para el medio ambiente y la ciudadanía:

1. Acelerará la destrucción del medio ambiente y la crisis climática en promover las exportaciones de automóviles, la expansión de los monocultivos y los pastos dedicadas a la ganadería. El acuerdo impulsará sectores como la carne o la soja (entre otros) en los países de Mercosur, responsables de la destrucción de la Amazonia y otros ecosistemas.

2. Aumentará las violaciones de derechos humanos y de la impunidad, incluyendo violencia física contra pueblos indígenas y comunidades campesinas así como la expulsión de sus tierras. La firma del acuerdo implicaría la legitimación de las políticas anti-indígenas y antisociales de Jair Bolsonaro.

3. Reforzará el modelo agropecuario orientado a la exportación, que tendrá efectos perniciosos sobre los precios en origen de los que dependen la agricultura en la UE y Mercosur. También supondrá más sufrimiento animal y afectará a la producción local de alimentos.

La petición de abandonar el tratado por parte de la sociedad civil se produce justo cuando se cumple un año del anuncio de la conclusión del acuerdo. Las organizaciones sociales y ambientales que firman la carta alertan que, como ha demostrado la crisis de la Covidien-19, la destrucción de la biodiversidad y la persecución de una globalización y crecimiento económicos y • limitados exponen a la humanidad a enormes amenazas.

Asimismo, insisten en que el rechazo al acuerdo UE-Mercosur no debe mal interpretarse como una negativa a la cooperación constructiva en la región. Esta cooperación debe promover la lucha contra el hambre, la pobreza y el cambio climático, y fomentar el cumplimiento de los convenios laborales de la OIT, el respeto de los derechos humanos, de los derechos del campesinado y otras personas que trabajan en el medio rural así como la adopción de normativas de bienestar animal.

29 de junio de 2020

CARTA: Es el momento de paralizar y repensar el acuerdo comercial UE-Mercosur

LLAMAMIENTO: A la presidencia alemana del Consejo de la Unión Europea: es el momento de paralizar y repensar el acuerdo comercial UE-Mercosur

 

Descarga el suplemento informativo de El Salto

Por qué cada vez más países rechazan el tratado UE-Mercosur

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Más info: Golpe de mercado: Un tratado contra las personas y el clima

 

 

 

 

A dos ritmos: Una mirada interseccional de la Covid-19 y un hurra por los futuros

Ana Rodarte es mexicana internacionalista, artista y escritora en ciernes. Sus textos han sido publicados en The Mexican Times y Escritoras Mexicanas, así como en la Revista Digital del Instituto Mexicano de la Juventud. Actualmente estudia el Máster en Políticas Públicas de Género de la Universitat de Barcelona.

Ante la realización del Webinar Economía Feminista para no volver a la “normalidad”, organizado por Entrepueblos, transmitido el día 9 de abril del presente año, y en el marco de la materia Mujeres, Tiempos y Vida Cotidiana, Ana Rodarte ha escrito el siguiente artículo. 


A dos ritmos: Una mirada interseccional de la Covid-19 y un hurra por los futuros

¿Por qué añoramos las vidas antes de la pandemia?

Yo miro hacia atrás, hacia la época en la que aún trabajaba en uno de los gobiernos estatales de México, y rezumo estrés y enojo en mi día a día. Estaba presente físicamente, pero no tenía una relación con el resto de la gente. Me absorbían los deberes del trabajo y del hogar, y cuando tenía tiempo para mí, iba a eventos que me interesaban como si fueran una obligación más a cumplir. Lo peor es que, además de ahora saber que yo no soy la única que ha vivido este estilo de vida tan “particular”, he reparado que dentro de mi posición de privilegios, estaba cegada a las realidades de otras mujeres latinoamericanas. Las dobles jornadas laborales –entre el trabajo remunerado y los trabajos de cuidados–, con sueldos míseros y en donde se pone en jaque la salud mental y física es solamente un ejemplo de las miles de vivencias que podemos encontrar a lo largo de América Latina. Y ante el desempleo, el hambre, el mayor riesgo de contagio, es a ellas a quienes la Covid-19 ha precarizado aún más.

Sí, el Covid nos trastocó la vida a todes, pero, como siempre,bajo este sistema capitalista y patriarcal, a unes más que otres.

Cuando “todo pase”, ¿realmente queremos volver a estas dinámicas? ¿Por qué no buscamos repensar, en conjunto, en qué sentidos podríamos cambiar las vidas después del Covid? Este es el planteamiento con el que parte el Encuentro Virtual Economía Feminista para no volver a la “normalidad”: ¡Todas tenemos derecho a vivir dignamente!, en donde cuatro mujeres latinas y una mujer catalana se unieron para interpretar desde una perspectiva feminista las crisis en las que nos encontramos en la actualidad, con un énfasis en las diversos contextos latinoamericanos, y las posibilidades que se abren –y que podemos alcanzar- para el futuro pos-Covid.

En un primer momento, se establecieron las líneas teóricas sobre las que iban a versar los diálogos desde la voz de Cristina Carrasco, economista chilena, quien destacó la urgencia de reconocer la vulnerabilidad de todas las vidas, para darle la relevancia que merecen los trabajos de cuidados realizados por las mujeres, y que continúan sosteniendo este sistema en crisis. En el mejor de los casos, la doble presencia femenina (Torns, 2008) se ha visto reducida a un único espacio, en donde las responsabilidades socialmente impuestas sobre las mujeres impiden ahora por completo que incluso cuenten con un lugar físico para ellas mismas fuera de la dicotomía productiva/reproductiva.

Posteriormente, la economista colombiana Natalia Quiroga brindó un recorrido del abordaje de distintos gobiernos latinoamericanos hacia la crisis del Covid, en donde el denominador común es el aprovechamiento de esta coyuntura mundial para implantar lógicas de guerra y represión social generalizadas. Lo anterior lo ejemplificó con los recortes dados a los derechos sociales; el asesinato de líderes comunitarios; los discursos oficiales que refuerzan los roles de género sobre las mujeres –específicamente aquellos referentes a los cuidados–, además de enfatizar el alza existente en la violencia contra las mujeres en la actual etapa de confinamiento.

Asimismo, Verónica Gago, periodista y académica argentina, remarcó tres puntos de reflexión que continúan en diálogo ante las realidades actuales. Con ello, denunció la propagación de las deudas y la precariedad a la que nos hemos tenido que enfrentar todes; la necesidad de no olvidar con vistas al futuro que lo doméstico es imprescindible, y los desiguales estilos de vida entre clases socioeconómicas, los cuales han sido visibilizados con crudeza en estos últimos tiempos.

Enseguida se dio paso a escuchar la voz de Carmen Juárez, co-fundadora hondureña de la Organización Mujeres Migrantes Diversas en Barcelona, quien a través de una mirada divergente a las anteriores intervenciones, aterrizó el panorama de una de las realidades que encajan con la última afirmación de Gago: aquel de las mujeres racializadas que realizan trabajos precarizados ahora esenciales. Es aquí donde Juárez demostró que la teoría verdaderamente se encarna en los cuerpos de las empleadas de servicios domésticos que “cuidan de la vida en situación de explotación”, la cual ahora es notoriamente exacerbada.

Finalmente fue Trinidad Cuesta, activista catalana en el sector de la salud, quien cerró el encuentro. Así como lo hizo Juárez, Cuesta habló desde un plano vivencial. Puso énfasis en los recortes realizados en los últimos años al sistema sanitario catalán. Como consecuencia de ello, únicamente se ha precarizado aún más la situación de sus trabajadores, que como sabemos, es un sector altamente feminizado, y de las personas migrantes sin acceso a los servicios públicos de sanidad. Cuesta reflexionó sobre cómo “cada persona tiene la vida que puede pagar” ante el decaimiento del Estado de Bienestar español.

Como mexicana migrante en Barcelona, las palabras de cada una de estas mujeres resonaron ampliamente en mí a dos ritmos: el de “acá”, aquel que corresponde a mi entorno próximo físico y emocional, y el de “allá”, en donde se encuentra gran parte de mi red de apoyo. Viví la ansiedad de “acá” al reconocer la fragilidad de mi cuerpo en las calles, en mi propio barrio, y al tener acceso restringido al sistema sanitario público catalán. Y la de “allá” a veces me sobrepasa: veo con impotencia cómo el presidente de México sigue perpetuando el rol de las mujeres como únicas cuidadoras en sus discursos; cómo desestima el alza de llamadas de emergencia por violencia doméstica (García y Rojas en El Economista, 2020), y su nulo interés por plantear una estrategia que permita hacerle frente a los 10 feminicidios diarios nacionales (González en Contralínea, 2020).

Pero justamente este encuentro virtual me ha asegurado que somos muchas, de distintos países, edades y contextos, las que estamos buscando vías alternativas a esta normalidad impuesta, y que podremos instaurar en el mainstream de la academia, las instituciones, y las comunidades.

Las propuestas presentadas por las ponentes discurrieron de la reflexión social, pasando por exigencias a los gobiernos, hasta acciones comunitarias a emprender. En el primer sentido, se cuestionó cómo será posible mantener el reconocimiento del espacio doméstico y sus dinámicas, hasta ahora invisibilizadas. Para ello, se ha recalcado que dentro de esta generalización en el imaginario colectivo, se coloquen a los cuidados como una responsabilidad de todes en todos los ámbitos, llevando incluso a que se reconfigure lo que es y no es trabajo. De esta manera se ha hecho poco a poco notorio que el trabajo realizado en el hogar realmente es un trabajo al que también se le dedica horas, esfuerzo y carga mental, aunque este no sea remunerado ni cuente con el mismo estatus social (Freixa, 2011). Bajo esta nueva percepción, se podrían gestionar incentivos desde instituciones públicas y/o la iniciativa privada para que los hombres se involucren activamente en los trabajos no remunerados y se permee su valorización en las sociedades (Moraleda, 2006).

En el segundo nivel de alternativas, mencionaron la necesidad del aumento del gasto social más allá de las excepcionalidades, empujando el establecimiento de un Estado de Bienestar funcional que garantice la subsistencia de toda la población, en específico otorgando la atención sanitaria a todas las personas, independientemente de su estatus migratorio y/o regularización administrativa. De igual forma, se expuso que dentro de ello se desmercantilizaran las infraestructuras del cuidado, iniciativa que es posible de enmarcar en las políticas sobre los tiempos de la ciudad. Estas políticas buscan que los servicios públicos y las variadas actividades correspondientes a ocio, trabajos, entre otros, se adapten y se puedan conciliar a los tiempos de las personas, sobre todo a los de las mujeres, al ellas contar actualmente con una doble jornada incapaz de adecuarse a los horarios establecidos en varios espacios (Lousada, 2007). Esto significaría que las ciudades pusieran a disposición guarderías, residencias geriátricas, y otros centros de cuidado en mayor número, de calidad, y con coste cero o reducido, liberando así mayor tiempo cotidiano a las mujeres para su disfrute.

Finalmente, desde las lógicas comunitarias, se instó a que se enraizaran los tejidos de cuidados en la auto-gestión, como lo son las redes de abastecimiento y los cuidados vecinales. Es en estos últimos que se tiene la posibilidad de desarrollar los bancos de tiempo comunitarios, los cuales agrupan a personas de un mismo barrio o comunidad, y se utiliza el tiempo como moneda de intercambio de servicios ofrecidos y recibidos en este círculo próximo, logrando que “su propósito sea social y su enfoque, local” (Simon, 2010). Dentro de estos se le da idéntico valor a las actividades a intercambiar, y se da la apertura para distribuir comunitariamente ciertos servicios de cuidados, propiciando el desarrollo de vínculos y una identidad en comunidad (Torns, 2001).

Igualmente señalizaron la importancia de que pasadas las restricciones de reunión masiva generadas por la posibilidad de contagio de Covid, se regrese a las calles a continuar las protestas emergidas en distintos países latinoamericanos en los últimos tiempos, pero sin olvidar la reflexión de fondo de la crisis sanitaria. Por ejemplo, haciendo eco para rechazar las medidas que seguramente negociarán los organismos financieros internacionales con los gobiernos latinoamericanos.

Ante este panorama, noto que cuento con una motivación personal proveniente desde mi país: las mujeres de los movimientos feministas mexicanos actuales. Siendo reflejo de la consolidación de lógicas comunitarias, ellas me motivan. A pesar de la situación atravesada colectivamente, la movilización observada en el 8M de este año no ha hecho más que aumentar, al trasladarse a una presencia online y denunciar desde dicho espacio las violencias contra las diversas mujeres mexicanas en este confinamiento.

Desde aquí hago el llamado a que continuemos con ese impulso, en México y el resto de Latinoamérica, logrando visionar en conjunto un presente y un futuro donde dialoguemos y extendamos nuestras redes de comunidad, tanto para exigir que dejen de matarnos como para buscar un cambio sociocultural, alcanzando así un reparto equitativo de los tiempos y recursos entre mujeres y hombres. Es posible. Reinventemos.


Referencias bibliográficas

Comisión Feminismos Entrepueblos [Entrepueblos Entrepobles Entrepovos Herriarte]. (2020, abril 10). Economía feminista, para no volver a la “normalidad” [Archivo de video]. Recuperado de https://youtu.be/g3C9MC4rAzY
Freixa, Carme (2011). Políticas públicas de los usos sociales del tiempo. Cambiar el tiempo. Educación Social, 41-53.
García, Ana Karen, y Rojas, Valeria (24 de mayo de 2020). La violencia sí incrementó en la cuarentena: más llamadas de auxilio y más búsquedas en Google. El Economista.
González, Jordana (18 de mayo de 2020). En plena emergencia sanitaria, más de 350 víctimas de feminicidio en México. Contralínea.
Lousada, José Fernando (2007). Las políticas públicas sobre los tiempos de la ciudad, en especial las normas gallegas. Derecho Español, 16-21.
Moraleda, Imma (2006). Necesidad de Políticas Públicas de Usos Sociales del Tiempo. Comparecencia de Imma Moraleda, Concejala de los Nuevos Usos Sociales del Tiempo del Ayuntamiento de Barcelona, ante la Subcomisión del Congreso de los Diputados que analiza la conciliación de la vida laboral, familiar y personal, (págs. 1-25). Barcelona.
Simon, Martin (2010). Your Money or Your Life: Time for Both. Gloucestershire : Freedom Favours.
Torns, Teresa (2001). ¿Para qué un Banco de Tiempo? Mientras Tanto, 117-125.
Torns, Teresa (2008). Tiempos de trabajo, tiempos de vida. Gaceta sindical: reflexión y debate , 253-274.

Cultopías, un espacio web de Entrepueblos

Os presentamos Cultopías, un espacio web de Entrepueblos que nació hace seis años, que hemos remodelado y actualizado. Este proyecto se creó a modo de mochila-zurrón donde recoger experiencias artísticas o eventos culturales, nacionales e internacionales, que acompañan y ponen voz a las luchas de los movimientos por la justicia social.

En estos tiempos extraños que nos ha tocado vivir se ha hecho más palpable la necesidad de iniciativas artísticas y culturales. Queremos dar cabida en él a todos esos colectivos y activistas que trabajan para la transformación social, antes y después del COVID-19. Potenciar la voz de colectivos y personas preocupadas por los problemas sociales acuciantes, modelo y ritmo de vida que hemos llevado hasta ahora, tremendamente injusto y frágil. Por eso creemos que ahora más que nunca, es necesario estimular la creatividad y la comunicación colectiva mediante la palabra, cuerpo e interacción a través de los medios a su alcance, con el objetivo de generar conciencia social y exigir compromisos a quienes nos gobiernan.

Y en este transitar hemos llegado a ti. Deseamos compartir contigo este proyecto que tenemos entre manos, al que te invitamos a participar. Te hacemos este  llamamiento porque queremos que nos acompañes, para poder acercar tus conocimientos y saberes.

También estamos buscando personas y colectivos que trabajan en los sectores artísticos, culturales y sociales, conocer experiencias y proyectos.

Nos encantará que nos acompañes para poder conocer y compartir tus conocimientos y saberes, y quizás crear algo juntas. Si estás interesada en participar, ponte en contacto con nosotras a través del correo cultopias@entrepueblos.org

Visita nuestra web, anímate y envíanos tu cultopía o suscríbete a nuestra newsletter, y si conoces a otras personas y colectivos que le pueda interesar ¡comparte esta entrada!

 

MST lanza plan de emergencia para reforma agraria popular

El MOVIMIENTO DE LOS TRABAJADORES Y TRABAJADORAS SIN TIERRA DE BRASIL (MST) propone un plan de emergencia para el pueblo brasileño.

Como parte de nuestras acciones, estamos lanzando a la sociedad una campaña internacional a partir del 5 de junio, Día Internacional del Medio Ambiente, el PLAN DE EMERGENCIA PARA LA REFORMA AGRARIA POPULAR, en defensa de la vida del pueblo brasileño.

El plan propone medidas para promover la creación de empleos, la defensa de la salud y por la soberanía alimentaria, con el objetivo de producir alimentos para todas las personas, incrementar el comercio, garantizar ingresos y condiciones de vida dignas.

 

EN DEFENSA DE LA VIDA DEL PUEBLO BRASILEÑO ¡MEDIDAS DE EMERGENCIA PARA UNA REFORMA AGRARIA POPULAR! ⬅️ [pdf]

La pandemia de coronavirus y sus efectos sobre los trabajadores y los más pobres, agrava las consecuencias de la crisis del capitalismo que golpea a la economía, la política, la sociedad y la naturaleza.

En vista de ello, es necesario democratizar el acceso a la tierra, distribuir la riqueza y defender los derechos de la gente del campo. Presentamos a la sociedad medidas que pueden promover rápidamente la creación de miles de puestos de trabajo, producir alimentos para todas las personas, promover el comercio, garantizar los ingresos y dignas condiciones de vida.

 

Para saber más sobre el Plan de Emergencia por una Reforma Agraria Popular, pincha aquí ➡️ https://mst.org.br/2020/06/05/mst-lanca-plano-emergencial-de-reforma-agraria-popular/

Mujeres Salvadoreñas plantándole cara al COVID19

Suprimidos los derechos constitucionales no debemos renunciar a nuestra condición de ciudadanas, como portadoras y demandantes de derechos

Desde El Salvador y en representación de Las Mélidas y la Colectiva Feminista, organizaciones con las que compartimos afectos y luchas, Nelly Elisabeth Cañas y Morena Herrera respectivamente, nos cuentan en primera persona el trabajo organizado con el que tratan de suplir algunas de las necesidades esenciales no reconocidas por las autoridades de una parte importante de población salvadoreña.

Estas organizaciones:

  • Dan asesoramiento jurídico y apoyo emocional para muchas mujeres víctimas de violencia de género, ya que en este periodo de confinamiento por el covid19, muchas mujeres están obligadas a vivir situaciones totalmente dramáticas, llegando incluso a verse sometidas a embarazos no deseados ante la supresión de servicios de salud sexual y reproductiva.
  • Actúan en defensa de las mujeres presas por haber sufrido complicaciones obstétricas.
  • Luchan por la subsistencia de las organizaciones integradas por mujeres.
  • Potencian el acceso al agua, un bien imprescindible para la vida, para el mantenimiento de la higiene y prevención del coronavirus.
  • Proponen medidas de subsistencia basadas en la agroecología y los huertos familiares.
  • Facilitan el acceso a los recursos sanitarios y la comercialización de los productos derivados de la pequeña agricultura o la pesca.

Sí al aislamiento físico pero no al distanciamiento social

Por la defensa de las políticas sociales y de cooperación internacional en Andalucía

La Coordinadora Andaluza de ONGD (CAONGD) traslada a la consejera de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación la necesidad de que la Junta de Andalucía dé respuesta a todas sus competencias, incluida la cooperación internacional

la Junta de Andalucía debe dar respuesta a todas las competencias de la Consejería de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación, sin recortes en diferentes partidas presupuestarias (principalmente, en cooperación internacional) con el argumento de financiar la crisis social derivada de la pandemia.

En una reunión mantenida esta semana, entre la CAONGD, la consejera de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación, Rocío Ruiz y la directora de la Agencia Andaluza de Cooperación Internacional (AACID) , Mª Luz Ortega, la CAONGD ha transmitido su preocupación ante el “desmantelamiento de la política de cooperación”, tras los recortes anunciados por el Gobierno Andaluz que restan, al menos, más de 12.300.000 euros al presupuesto de la Agencia Andaluza de Cooperación Internacional (AACID) para este año. En un contexto en el que la crisis aumentará la desigualdad y afectará en mayor medida a diferentes colectivos en situación de vulnerabilidad, todas estas políticas competencia de la Consejería son imprescindibles, por lo que la atención a la crisis social debe basarse en fondos adicionales y no en recortes.

Rocío Ruiz ha trasladado a la Coordinadora Andaluza de ONGD su compromiso absoluto con la cooperación para el desarrollo y su firme voluntad de recuperar, en cuanto sea posible, la financiación que pierde esta política pública en Andalucía en 2020.  Durante la reunión, en la que ha participado también la directora de la AACID, Mª Luz Ortega, Ruiz ha puesto sobre la mesa la importancia de la cooperación como respuesta global necesaria ante problemas globales, como es el caso de la pandemia por COVID-19.

La CAONGD agradece la consejera su disponibilidad para atender en el encuentro de hoy a las ONGD andaluzas, que no son las únicas afectadas por el recorte presupuestario a la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) de la Junta de Andalucía.

Nuevo grave recorte a las ONGD: 42% menos a la convocatoria

En el transcurso de la reunión, Rocío Ruiz ha avanzado a la CAONGD varias cuestiones competencia de su Consejería que habían quedado en el aire en los últimos meses: entre ellas, su intención de buscar fórmulas creativas para apoyar a otros actores que han quedado sin fondos en este ejercicio (caso de las universidades andaluzas, que tampoco los tuvieron en 2019); también, su voluntad de convocar al Consejo Andaluz de Cooperación en el mes de junio, un órgano en el que intervienen tanto la administración como el resto de agentes de la cooperación andaluza, y cuya última reunión se remonta al 7 de octubre de 2019.

Sobre la convocatoria para la financiación de intervenciones de las ONGD, la consejera ha anunciado que se publicará “en breve” (una medida vinculada a que deje de estar en vigor la suspensión de los plazos administrativos). Finalmente contará con las cuatro líneas previstas en el Plan Andaluz de Cooperación para el Desarrollo (PACODE 2020-2023), y con los porcentajes estipulados en este documento: cooperación para el desarrollo (11.250.000 euros), educación para el desarrollo (1.875.000 euros), acción humanitaria (1.500.000 euros) y la línea de formación, investigación e innovación (375.000 euros), esta última en duda en las últimas semanas, según información trasladada por la AACID.

En total, 15 millones de euros, lo que supone un recorte del 42% respecto a la convocatoria de 2019, que contó con 25.800.000 euros (tras sufrir un retroceso en aquel momento que rondó los ocho millones).

Por otra parte, la consejera y la CAONGD han acordado mantener una nueva reunión en septiembre con el objetivo de analizar la situación en que puede quedar esta política pública para el año 2021.

 

Fuente: https://caongd.org