Nuestro compromiso desde las Organizaciones territoriales de Entrepueblos

Joana M. Perelló – Activista de la OT EPMallorca y vocal de la Junta Directiva

Siempre me he considerado una persona activa, comprometida y vinculada de una manera u otra con el mundo del voluntariado con la idea, muy personal claro está, de hacer las cosas pensando no sólo en mí misma, sino en los demás y en el mundo en que vivimos. Y en este compromiso siempre he tenido tendencia a inclinarme por los más jóvenes y por los más vulnerables, tanto desde mi activismo como desde mi profesión.

En mi caso, ser voluntaria y activista ha acontecido una opción de vida incluso antes de que yo misma fuera realmente consciente de ello. Tomando las palabras de J.Mújica, «abrazarme a la vida, abrazarme a una causa», forma parte de mi «mantra» personal que me reafirma día a día en mis convicciones y con mi manera de hacer y estar en este mundo. Porque si no es así… ¿qué hacemos aquí?

Entiendo que vivir, más allá de cubrir mis necesidades básicas, implica cuestionarme mi manera de estar aquí en perjuicio de otras personas y territorios, ser crítica con lo que pasa a mi alrededor, identificar y señalar las causas y los responsables que provocan las injusticias y denunciarlo. Es aprender de los pueblos originarios su extraordinaria capacidad de vivir en armonía con la Madre Tierra respetándola, cuidándola y buscando el bien común, es construir desde lo colectivo para generar redes de apoyo mutuo… y es intentar buscar por encima de todo la coherencia personal para llevar un estilo de vida lo más acorde posible con unas opciones de consumo éticas y responsables, tropezando de vez en cuando con contradicciones que hay que aceptar y superar para seguir avanzando.

Y fue en este deambular cuando nos encontramos allá por el año 2000 en Mallorca un grupo de jóvenes que veníamos de caminos distintos pero que compartíamos las mismas inquietudes de querer vivir de manera comprometida por un mundo más justo y que teníamos un nexo en común, una persona que nos unió y que fue un gran maestro para todos nosotros, José Manuel. Él, recién llegado de Brasil después de muchos años conviviendo con los más desfavorecidos y acompañando movimientos como el MST, con su carisma y entusiasmo y con su gran espíritu crítico, nos confrontaba con la realidad haciéndonos cuestionar siempre las cosas para no quedarnos meramente como observadores, y nos hablaba de aquellas personas que allá hacían parte de la «tribu de hombres y mujeres que desde lo cotidiano, trabajan para humanizar la vida y para cuidarla, protegerla, defenderla y promoverla donde sea más necesario…», personas que hacen parte de la comunidad de Pere Casaldàliga.

Nosotros queríamos buscar nuestra propia tribu aquí y la encontramos en Entrepobles. La carta de presentación fue Mª Gabriela Serra, quien entonces era la coordinadora de la organización, y que nos transmitió con su empuje y energía el mensaje de compromiso que se escondía detrás de esta asociación. Nos convenció esta manera de entender la solidaridad internacional desde la cooperación entendida como estrategia de trabajo y de apoyo mutuo entre personas, organizaciones y movimientos sociales, con una responsabilidad social y de restitución. Y además, con el valor añadido que desde cada uno de los territorios cada OT tenía autonomía propia para canalizar la participación. Así pues, nos pareció el espacio idóneo para continuar caminando juntos y en el 2001 nos constituimos como organización territorial de EP en Mallorca.

En nuestra primera etapa priorizamos constituirnos formalmente, cohesionarnos como grupo y sobre todo formarnos, siempre respetando el ritmo y la implicación que cada cual podía aportar. A la vez, también teníamos ganas de conocer desde más adentro las entrañas de EP: cómo trabajábamos al otro lado, con quién, cómo nos veían… Y así, el verano del 2003, tuvimos la oportunidad de viajar a Cuba a conocer de cerca algunos de los proyectos que acompañábamos en relación a educación, agricultura y sanidad. Fue una experiencia muy enriquecedora, tanto como grupo como por lo que supuso comprobar de primera mano como EP entendía la solidaridad y la cooperación, promoviendo modelos de desarrollo que partían de las necesidades y capacidades locales, siempre acompañando desde la horizontalidad y con el apoyo mutuo. Progresivamente nos adentramos más en la organización, participando de las asambleas anuales, conociendo a compañeros y compañeras de otros territorios, pidiéndoles qué hacían, cómo se organizaban… empezando a establecer lazos de amistad y complicidad.

También el hecho de presentar proyectos de cooperación a nuestras administraciones públicas, ha sido una manera de ir conociendo nuestras contrapartes en Guatemala, Nicaragua, Ecuador, Brasil, Perú… haciendo el seguimiento y asumiendo un papel activo. Y en estos últimos años, formar parte de las comisiones de trabajo de nuestro plan estratégico, participar de los encuentros anuales con las diferentes OTs y de las escuelas de verano… completan este camino. Camino que fue sacudido de manera repentina en el 2006 con la pérdida de nuestro compañero y amigo José Manuel. El grupo se resintió mucho pero teníamos claro que debíamos continuar con el legado que él nos dejaba y que hasta el último día nos animó a seguir.

Y así llegamos donde estamos ahora, donde tenemos un papel más activo formando parte de la junta directiva, espacio donde verdaderamente te das cuenta del qué, cómo y por qué de nuestra organización. Participar de las juntas es toda una escuela de aprendizaje donde se mezclan las generaciones, se aportan experiencias vividas y nuevas ideas, y todo combinado acontece un trabajo en equipo y compartido con los voluntarios más activos de los diferentes territorios, los cooperantes y el equipo de la oficina técnica.

Personalmente, después de haber vivido experiencias como la de Cuba, la de Brasil conociendo las gentes de los campamentos y asentamientos del MST en la zona de la periferia de Sao Paulo, el voluntariado de un año en Perú acompañando a comunidades afectadas por las actividades extractivas defendiendo su derecho a decidir sobre sus territorios como pueblos originarios y el empujón de estas mujeres batallando a primera fila para luchar por sus derechos, y más recientemente la vivencia de haber participado en la Caravana Abriendo Fronteras a Melilla para denunciar la vulneración de los DDHH de las personas en movimiento en Europa… me reafirman en el mantenimiento que la lucha y la defensa por nuestros derechos humanos y sociales no la podemos hacer solas, sino desde la mirada global y la acción local.

Por eso desde EP entendemos que para la verdadera sensibilización y para hacer incidencia social y política para transformar las causas que generan las injusticias, hay que trabajar desde redes locales, nacionales e internacionales. Y concretamente en Mallorca, esto lo hemos hecho siempre vinculadas con otras colectivos de nuestro territorio con los cuales compartimos objetivos comunes, como por ejemplo en el Foro Social de Mallorca y la Asamblea de Movimientos Sociales, en la Plataforma contra los Tratados de Comercio e Inversión, con la Red por la Soberanía Energética, con MBM para parar las prospecciones en nuestro mediterráneo… A la vez también damos apoyo colaborando en campañas relacionadas con la defensa del territorio frente al turismo entendido ya como otra «actividad extractiva» de este mundo occidental.

Y llegadas aquí, en el 30 aniversario de EP, casi diecisiete años después de habernos constituido en Mallorca, el grupo se ha mantenido y seguimos, cuidándonos unas a las otras, y manteniendo la firmeza del compromiso de seguir trabajando para transformar y denunciar este capitalismo depredador, resistiendo e impulsando un mundo en condiciones de justicia para todas. Tenemos claro que EP es el lugar, es el espacio desde donde podemos levantar la voz y visibilizar todas estas causas y luchas… Es donde queremos estar y seguir estando durante muchos años más…

De movimiento de solidaridad a Entrepueblos

Núria Roig a El Salvador, 1992

La única ventaja que tiene hacerlo con tantos años de distancia es recordarlo con el pensamiento y las expresiones que usábamos entonces; eso sí, estoy escribiendo con ordenador y en aquel entonces, cuando EP empezaba a caminar, tecleaba con una máquina de escribir. Dicho esto, os haré cuatro pinceladas de dos temas: uno, de dónde venimos y por qué creamos una ONG y dos, las raíces de EP, humanas, organizativas y filosóficas.

Veníamos de los comités de solidaridad y de las coordinadoras locales y estatales. Desde la Revolución Popular Sandinista del 1979 y durante los años 80, principalmente, se crearon comités de solidaridad sobre todo con Nicaragua y, no tan numerosos, con los movimientos de liberación de El Salvador y Guatemala. Se formaron muchísimos, en barrios, centros de trabajo y sindicatos, pueblos pequeños y grandes; y se tejió una red impresionante que invitaba a la coordinación y las campañas conjuntas. Eran pueblos amigos luchando por un mundo mejor, y nosotros queríamos estar a su lado, e incluso, bastante gente trabajamos allí: un año, dos, tres, o en brigadas internacionales de verano. Conocíamos el territorio, los paisajes, a mucha gente; nosotros íbamos y muchas personas de allá vinieron también.

Entendíamos la solidaridad internacional como la causa común, la amistad y el hermanamiento entre pueblos que luchan por la libertad, como el apoyo mutuo a las luchas por la liberación popular, como el acompañamiento a los movimientos revolucionarios, sobre todo de América Latina.

Recuerdo el local de la coordinadora catalana, austero y humilde, siempre llenísimo de gente y de humo. Recuerdo el local de la coordinadora estatal donde durando unos años nos encontramos casi cada mes gente de todas partes. Recuerdo las campañas «100 millones para Nicaragua!» y «Nicaragua tiene que sobrevivir», el concierto «Nicaragua Rock» que llenó el Palau Sant Jordi de Barcelona, las paradas para informar y vender chapas o libros, las manifestaciones contra el imperialismo, las jornadas, los debates, el envío de brigadistas, la financiación de pequeños proyectos, las idas a la radio, los escritos en revistas… Queríamos con todo ello contribuir a romper el injusto orden económico internacional, el intercambio desigual, queríamos cambiar el mundo.

A medida que pasaban los años, otras instituciones se fueron añadiendo: por un lado, ayuntamientos que se juntaban con pueblos o ciudades –sobre todo niques–, y de otra, se formaban nuevas ONG en el momento en que en Nicaragua se creaba el Ministerio de Cooperación Externa para poner orden y dar prioridades a todos los proyectos que se financiaban con aportaciones solidarias; a la vez también aquí muchas administraciones públicas comenzaban a destinar recursos económicos para las ONG. Los comités de solidaridad no quisimos ser ajenos a esta nueva situación y decidimos hablar. Se creó una comisión en Catalunya para estudiar el tema, documentos arriba y abajo, discusiones en pequeños comités y en las coordinadoras: qué había pasado con los proyectos de la solidaridad, cómo podíamos acceder a más recursos y hacer un mejor seguimiento de los proyectos en marcha, cómo podíamos reforzar los dos ejes de trabajo: cooperación y sensibilización, contrainformación y denuncia.

Finalmente, la coordinadora estatal de solidaridad con Nicaragua, en noviembre de 1987, dio el visto bueno para crear una ONG solidaria. Las coordinadoras locales aportaron el dinero inicial para empezar la singladura y se decidió que una persona trabajara: era una responsabilidad enorme para mí. Los últimos meses del 87 ya habíamos encontrado un nombre –que reflejaba lo que queríamos ser– y redactado unos estatutos, que en diciembre del 87 entraron al registro de asociaciones.

Enero de 1988, Entrepueblos tenía una página en blanco para llenar, todo era nuevo y se tenían que empezar los fundamentos. No empezamos con proyectos, de ninguna forma, empezamos creando la entidad, la base organizativa. Buscamos personas para formar la Junta directiva –provenientes de la solidaridad y nuevas–, queríamos algunas de conocidas que nos abrieran puertas; J. M. Valverde aceptó la presidencia. La primera Junta era entusiasta y trabajadora. Nos reunimos a menudo. Impulsamos la creación de las comisiones de apoyo en todo el territorio: trenes arriba y abajo para hablar con la gente, para animar. Buscamos socias y socios fundadores por debajo las piedras; pensamos un logotipo que nos representase; redactamos los primeros trípticos para darnos a conocer, buscamos un pequeño local de referencia. Al cabo de unos meses empezamos a hacer las presentaciones públicas, la primera y colectiva en Madrid, en julio del 88 en un bar conocido. Todavía estaban con nosotros algunos compañeros que nos dejaron demasiado pronto: Anna Ros, del País Valenciano; Pepo Montserrat, de Aragón; Diamantino García, de Sierra Sur (Sevilla) y Fernando Salas, de Madrid. Más trenes arriba y abajo: Sevilla, Valladolid, Redondela, Murcia, Albacete, Granada, Burgos y un largo etcétera, para crear las comisiones territoriales, para hacer presentaciones y, más adelante, para participar en mesas redondas y jornadas.

En segundo lugar profundizamos en el tema, qué es la cooperación solidaria, qué es la cooperación y la educación para el desarrollo. Teníamos que encontrar un discurso y un pensamiento propio. Leemos, nos reunimos con otros ONG y empezamos a viajar a Centroamérica. Como solidaridad conocíamos bastante los movimientos sociales de aquellos pueblos, colmo a ONG principiante en aquellos años, tuvimos que reconocer y conocer las ONG que serían nuestras contrapartes. Justo es decir que, no tanto en Nicaragua, pero sí en El Salvador y Guatemala, las ONG locales se constituyen al mismo momento que nosotros, allá también entendieron que una entidad constituida como organización no gubernamental tendría más posibilidades de canalizar recursos económicos.

En el primer viaje en Centroamérica el julio del 88 tuvimos la ocasión de reunirnos, por primera vez, con el Comité Nicaragüense de Solidaridad con los Pueblos (Patricia Elvir); con el Ministerio de Cooperación Externa (Lesbia Morales); con el Instituto de la Mujer; con la Oficina de Promoción y Desarrollo de la Costa Atlántica o con el Instituto de Reforma Agraria, la INRA; y también conocemos, entre otros, REDES, en El Salvador o la Iglesia de Guatemala en el Exilio. Curiosamente con estos últimos desarrollamos nuestro primer proyecto importante y enviamos las primeras cooperantes, médicas, a los campamentos de refugiados guatemaltecos en Quintana Roo, México, para formar promotores y promotoras de salud.

Y pensamos y escribimos mucho, muchísimo: documentos de debate, para las juntas, para las asambleas, para los boletines, para los trípticos y para las comparecencias públicas. Hablamos de comprender la situación política de los países donde trabajamos; hablamos que los proyectos impulsen la participación popular; hablamos de basarnos en unas relaciones entre iguales; hablamos de autoevaluarnos e ir mejorando progresivamente; hablamos de velar por nuestra autonomía y no permitir condicionantes de los portadores de recursos; hablamos de las tareas centralizadas y de las que no lo serían; hablamos de las clases populares, de las mujeres… y la lista sigue.

Enero de 1992, cuatro años después de poner la primera piedra, EP tenía casi un millar de socios y socias, unas comisiones de apoyo fuertes en todo el territorio peninsular, algunos proyectos en marcha, proyección pública y la mejor sustituta, Gabriela Serra, que hacía pocos meses que había vuelto de Guatemala y que no dudó en aceptar el reto. Y no olvidemos, está claro, Helena Porteros. Un abrazo a todo el mundo y mis felicitaciones por el trabajo hecho.

Y ahí seguimos, con el tozudo empeño de ‘no claudicar’

Gabriela Serra en Guatemala, 1992

Tres décadas ya, desde que un puñado de gentes solidarias, agrupadas en la Coordinadora de Solidaridad con Centroamérica decidiéramos incursionar oficialmente en ámbito de «la cooperación al desarrollo». Y digo, con premeditación, «incursionar oficialmente » porque mucho antes de que las ONGDs irrumpieran en el escenario de la sociedad civil organizada, en tanto que las entidades especializadas en la cooperación al desarrollo ya, un sinfín de comités de solidaridad, venían acompañando a gentes y pueblos del llamado Sur: valientes gentíos alzados, con iniciativa, que ya andaban protestando y reclamando su derecho a una vida digna, pero sobre todo gentes y pueblos empeñados en la consecución de otros derechos más complejos, más transcendentales: el derecho a la libertad, a la justicia, a la soberanía….

Y de ahí que en nuestro breve pero preciso y conciso documento fundacional dijéramos: La necesidad de la solidaridad y la cooperación internacional va más allá de ser un gesto generoso y altruista por parte nuestra: ha de ser y es una obligación. La ética solidaria se convierte en una forma de situarnos ante el mundo con estricta justicia, de reivindicar que todos los derechos que pensamos son buenos para nosotros también los son para los demás, y la cooperación es una forma de retornar al Sur todo aquello que previamente se les ha robado o negado y además acompañarlos en su camino hacia la independencia y la mejora de vida. Y ello depende en buena parte no sólo de la capacidad de actuar a través de nuestras organizaciones, sino también de la capacidad de incidir que tengamos, de presionar efectivamente a las instancias gubernamentales para que establezcan relaciones políticas i acuerdos económicos en la línea de romper el injusto sistema de intercambios desiguales. Eran los tiempos en los que hablamos de Sur y Norte. Poco tiempo después descubriríamos que no hay norte sin sur y que cada sur tiene su norte…. que no hay pueblos pobres sino empobrecidos, que no hay pueblos ricos sino enriquecidos

Por ello y pese a lo que se podría creer nuestros inicios fueron no sólo fáciles y alentadores, sino además llenos de certezas que nos conducían sencillamente a acompañar el camino hacia la libertad que esos pueblos perseguían. Nuestro origen, la Coordinadora de los Comités de Solidaridad con Centroamérica, marcó una opción y un estilo de cooperar. Una opción basada en un fuerte compromiso internacionalista y en una clara opción antiimperialista. También marco la clara vocación centroamericana de Entrepueblos que centró sus esfuerzos en Nicaragua, El Salvador y Guatemala.

Nos propusimos dar voz a quien teniendo aportaciones que hacer tenía limitados sus espacios de divulgación. Intentamos no caer en la ignorancia de creer que sólo desde el «Norte» se elaboraba pensamiento y se aportaban alternativas. Porque fuimos constatando que quienes más padecen la exclusión integral cuentan con capacidad y logran hallar el tiempo para sus propias reflexiones. Por suerte esas gentes no andan dependiendo de las explicaciones, argumentos, análisis y propuestas políticas elaboradas por gentes del cínicamente llamado mundo desarrollado. Y aprendimos de ellas, aprendimos con ellas y nos tocó aprender también por ellas.

Aprendimos que las revoluciones populares ni siempre son victoriosas ni cuando lo son siempre logran mantener la victoria. Nicaragua y el sandinismo oficial nos partió el alma. Como descubrimos que hay acuerdos de paz que perpetuán la guerra entre empobrecidos y enriquecidos. El Salvador y Guatemala pusieron sobre la mesa la tremenda imposibilidad de ganarle el pulso al imperio, pero también evidenciaron el cinismo que envuelve el concepto paz y el concepto acuerdos. No hubo Acuerdos de Paz, sólo un desarme unilateral –las fuerzas armadas populares- y la imposición de una democradura auspiciada por los poderes económicos locales y internacionales.

Se imponía la globalización neoliberal. En menos de cinco años Centroamérica cambio: el sandinismo absolutamente quebrado, El Salvador y Guatemala dolorosamente pacificados. Ahí quedaron años de lucha, de esperanzas, de verdades como puños destruidas y de ilusiones como cielos desplomadas…

Pero también constatamos, algo que debíamos saber solo mirando nuestro propio pasado: que la tozudez del deseo de libertad y la terquedad en pro de la justicia es superior al miedo y a cualquier batería de terrores. Que los derechos de los pueblos ancestrales, los derechos de la tierra y a la tierra, la preservación de la madre tierra, la igualdad de derechos entre hombre y mujer, la opción por otros modelos de desarrollo, el derecho al mantenimiento de la vida, a la dignidad y al futuro…. siguen convocando gentes, siguen manteniendo el aliento para la lucha, siguen materializando la resistencia.

Ampliamos nuestra presencia en Centroamérica abrazando la lucha obstinada de sus pueblos indígenas contra el imperio del poder extractivista, como en Perú, Ecuador, Guatemala… pueblos alzados contra los macro proyectos energéticos en cualquiera de sus versiones, agrícola, mineral, eléctrica… destructores del futuro de sus comunidades, de sus gentes, de su futuro. Los «macro proyectos » hijos predilectos de los diversos y variados acuerdos comerciales de libre comerció entre los poderes neoliberales de los propios países y los amos de la economía mundial.

Y ahí seguimos cooperando, es decir, operando conjuntamente. Ya no solo para desbancar opresiones maquilladas de democracia sino también para desenmascarar a los nuevos agentes de la anticooperación, a los adalides del desarrollo. Para ejercer aquella compañía a la que nos abocaba la solidaridad haciéndonos transitar del indudable valor de la «generosidad de la ayuda» al rotundo termino de «obligatoriedad de la restitución». Pero ni mucho menos en la mera obligatoriedad de la restitución económica –que también- sino en nuestra complicidad para operar conjuntamente en el abordaje de las causas que provocan la pobreza, para cooperar en la lucha contra los instrumentos políticos y económicos de los que se sirve el sistema para imponerla.

En 30 años, ciertamente, han cambiado nombres, se han fusionado maldades, se han perfeccionado instrumentos de dominación… Pero también han surgido nuevos y potentes sujetos de transformación social acá y sobre todo allá: los pueblos indígenas, el campesinado alzado, las gentes disconformes y…. las mujeres!!! Esas defensoras de todos los derechos humanos habidos y por haber. Mujeres protagonistas y protagónicas, mujeres, mujeres, mujeres.

Van 30 años, ojalá no hubiera necesidad de seguir con la cooperación pueblo a pueblo. Las evidencias nos señalan que no estamos en esa tesitura. Así que seguiremos colaborando en este mientras tanto que conformamos todas las gentes que perseguimos un mundo donde igualdad, fraternidad, libertad y… feminismo, imperen por igual por doquier. Nacemos para ser felices, dice Pepe Múgica, orientémonos pues a construir la felicidad mundial.

 

Los retos de la educación entendida como educación emancipadora

Decíamos: “Hemos aprendido que esa acción educativa abarca ámbitos sociales diversos que llegan desde lo socio-familiar, la educación reglada y la no formal, así como la informal que proviene de los medios de comunicación y formas incontroladas (para las amplias mayorías) de socialización de ideología y normas de pertenencia a la comunidad”. Lo cierto es que una retroalimentación con esos ámbitos de socialización son tan necesarios como complejos, porque presupone una articulación social que, hoy por hoy, sólo puede ser alcanzada a pequeña escala, y con un fuerte apoyo social . Por tanto, “el reto supone establecer alianzas entre la acción educativa y los movimientos sociales alternativos en una estrategia que debe hacer posible una socialización crítica que vincule cultura, organización en red, resistencia y cambio social”.

Decíamos:”La perspectiva de una EpD, orientada a promover una ciudadanía crítica, generadora de una cultura de solidaridad comprometida, necesita una educación emancipadora que permita entender y transformar el modelo de globalización hegemónica, construyendo otra, alternativa…”, Ideas-fuerza que nos han guiado son la sostenibilidad de la vida, los feminismos, la soberanía alimentaria y la soberanía sobre nuestras identidades y cuerpos, la defensa del territorio y de los bienes comunes, la protección y apoyo a las y los defensores, la memoria histórica, la defensa de los derechos de las personas inmigrantes, de las personas refugiadas, crítica al modelo de desarrollo extractivista y depredador, la defensa de los derechos sociales y contra la pobreza y la exclusión social. Todo ello es parte del día a día de la acción concienciadora en Entrepueblos.

Decíamos: “El enfoque emancipador supone que la acción sociopolítica es educativa, si quiere merecer realmente el nombre de transformadora, estableciendo una conexión entre conocimiento crítico y educación. El fundamento de la acción pedagógica es, por tanto, moral e ideológico”. Como consecuencia de esa complejidad, y desde esa perspectiva, los retos también son complejos. Desde la necesidad de la construcción de redes y plataformas de acción global de sensibilización y de una educación concientizadora”. Hemos participado en las campañas contra los tratados de libre comercio y contra la impunidad de las transnacionales, apoyando la idea de ciudadanía global y mejorando en una coordinación más eficaz y contundente a nivel global.

Decíamos: “Igualmente, esta preocupación debe estar presente en las prácticas de campañas realizadas desde las Coordinadoras de ONGDs,(…) y las políticas culturales desde los ayuntamientos y diputaciones, en las que están presentes o relacionadas las ONGDs”. Aunque el trabajo sea difícil la presencia y/o el contacto se sigue haciendo necesario, aunque debemos seguir evitando lastrar nuestro trabajo con líneas más o menos institucionalizadas de organismos o de otras organizaciones con su propia hoja de ruta.

Decíamos: “La EpD, debe trabajar procurando aportar a las reformas educativas progresistas, su especial sensibilidad pero evitar quedarse en la periferia del sistema educativo”. En un momento de previsible cambio educativo, es necesario vincularnos a los enfoques más renovadores y críticos, tanto desde la perspectiva de la Educación como servicio público al servicio de los intereses populares, como contrarrestar los enfoque tecnocráticos del curriculum y las prácticas escolares.

Decíamos: “Para todo ello, la incidencia política requiere altos niveles de conciencia, información y preparación. Esto implica invertir más esfuerzo no sólo en la cantidad, sino en la calidad (…) Ello supone logística, medios, responsables, coordinación estable, propiciar y participar en redes”. Aunque sometidos a los vaivenes de la política de cooperación y a la financiación incierta, esos recursos han ido progresando de forma expansiva, de manera que ya prácticamente no se concibe ninguna acción de Entrepueblos, sin tener en cuenta esa infraestructura.

Decíamos: “Este enfoque global y emancipador, tiene que asumir la tarea de reconocer los elementos de nuestro entorno que forman parte del dominio simbólico y cultural, del ocio, comunicación (e información) y consumo, y diseñar estrategias para una alfabetización audiovisual”. La evolución de publicaciones, exposiciones, audiovisuales, promoción de cine crítico, performances…han evolucionado de manera muy relevante y eficaz, no sólo como altavoces de otras voces no escuchadas, sino como herramientas de reflexión y aprendizaje.

La Corte Constitucional de Ecuador niega la acción extraordinaria de protección pedida por Chevron Corp.

Tras 25 años de lucha, el 11 de julio, la Corte Constitucional de Ecuador resuelve a favor de Ecuador, negando la acción extraordinaria de protección solicitada por la petrolera estadounidense Chevron. Alega que no existe vulneración de derechos constitucionales  y niega la acción extraordinaria de protección solicitada por la petrolera. Con esta resolución culminan todos los recursos disponibles en Ecuador dentro de este proceso judicial.

Chevron pretendía evitar la sentencia impuesta por las Cortes de Justicia de Ecuador y el pago de 9.500 millones de dólares por los daños causados en las provincias de Sucumbíos y Orellana, y así evadir su responsabilidad legal para la reparación de las zonas contaminadas.

Ahora la petrolera deberá cumplir su sentencia por la apelación presentada por Ecuador ante la Corte Suprema de Canadá, por los daños ambientales causados entre 1964 y 1990 en la selva ecuatoriana, causando la muerte de unas 800 personas, y afectando a la salud de más de 30.000 personas debido al contacto con el crudo.

Según Willian Lucitante, Coordinador Ejecutivo de la Unión de Afectados/as por Texaco (UDAPT), organización que ha llevado este caso frente a todas las cortes posibles, se están dando pasos firmes para que se haga justicia. Ahora Chevron no puede seguir engañando en otras jurisdicciones, deberá hacer efectiva la deuda por la obligación judicial y proceder a la reparación de más de 480 mil hectáreas de selva que hasta ahora albergan cientos de tóxicos regados por la petrolera.

Se trata, según Donald Moncayo, subcoordinador de la UDAPT, de una victoria por la defensa de la vida, posible gracias a la lucha de todas las personas y organizaciones contra las estructuras de impunidad de las empresas transnacionales que cometen crímenes ambientales y vulneran los derechos humanos allá donde operen.

Fuente: Unión de Afectados y Afectadas por las Operaciones Petroleras de Texaco – UDAPT http://texacotoxico.net/corte-constitucional-nego-la-accion-extraoridnaria-de-proteccion-pedida-por-chevron-corp/